Undécima entrega: la segunda parte para intentar explicar cómo nos hemos dejado avasallar hasta este punto. No es casual. En esta entrada, dos razones poderosas
El 99’9% del texto que presentamos son palabras literales de la autora tal y como las escribe en su obra. Sin embargo, las hemos desplazado y reorganizado de acuerdo a nuestra comprensión del texto original sin señalar paginación alguna y con una serie de subrayados en negrita que igualmente son nuestros. No obstante, al final de cada entrada tenéis el enlace a la síntesis ordenada esta vez sí con las páginas y en el orden en el que Zuboff las presenta para que sea más fácil citarla.
Creo, por supuesto, que merece la pena acceder al original y pido perdón a la autora por el tejemaneje al que hemos sometido su texto, pero esperamos que esta síntesis que presentamos pueda servir de aperitivo para abrir el apetito de la obra completa.
¿Cómo nos hemos dejado avasallar hasta este punto?. No es casual. En esta entrada, dos razones poderosas: la feroz competencia por los datos entre las corporaciones tecnológicas, por un lado, y las vanas, pero eficaces promesas de un mundo feliz que han calado en ciertos sectores de la opinión pública por otro.
¿Cómo han podido triunfar del modo tan espectacular en que lo han hecho? (II)
8. El Interés propio: los nuevos mercados dan pie a la formación de redes de compañeros de viaje, socios, colaboradores y clientes. Una competencia que potencia y generaliza su poder presencial.
El éxito espectacular de Google activó una fuerte competencia en una guerra cada vez más intensa por la extracción. La nueva lógica de acumulación no pasaría desapercibida a otras compañías que se apresuraron a apuntarse a esa industrialización de los datos. En mayo de 2007, Facebook presentó la nueva plataforma con la que abría la red social a cualquiera fuera del ámbito universitario donde nació. Y la pregunta que más apremiaba a sus directivos –«¿cómo traducimos en dinero todos esos usuarios de nuestra plataforma?»– seguía pendiente de respuesta. En marzo de 2008 Zuckerberg fichó para Facebook a una ejecutiva de la empresa de Mountain View, Sheryl Sandberg, la supuesta creadora del AdWords de Google: «Disponemos de mejor información que nadie. Conocemos el género, la edad, la ubicación… Y son todos datos reales, a diferencia de aquellos que solo se pueden inferir». Facebook iba a aprender a monitorizar, rebañar, almacenar y analizar perfiles de usuarios con los que fabricar sus propios algoritmos de dirección de anuncios.
Facebook, la competidora más agresiva en la búsqueda y acaparamiento de excedentes conductuales, lo ha hecho negando al mismo tiempo que estuviera actuando de ese modo. En 2011, una noticia del Wall Street Journal confirmó que Facebook seguía el rastro de sus usuarios incluso cuando estos no clicaban el botón «me gusta» e incluso después de que se hubieran desconectado del sitio. En 2012, gracias a una colaboración de Datalogix, Facebook podía comprobar cuándo los anuncios en la red se traducían en una compra en el mundo real facilitando a los anunciantes acceso a datos con los que dirigir más «personalizadamente» sus anuncios. En 2014, la empresa anunció que seguiría el rastro de uso de internet de sus usuarios a través de su botón «me gusta». Sus exhaustivas condiciones de privacidad avisaban a los usuarios sobre esa nueva política de rastreo en medio de un denso y larguísimo acuerdo de términos de servicio que nadie leyó y en el que, por supuesto, no se ofrecía ninguna opción de exclusión voluntaria.
De las otras tres grandes compañías (Microsoft, Apple y Amazon), Microsoft fue la que primero, y más decididamente, viró hacia el capitalismo de la vigilancia a partir del nombramiento de Satya Nadella como director ejecutivo. «Es alucinante la cantidad de datos que hemos capturado durante los dos últimos años. Formarían una línea que se extendería hasta Venus y aún nos sobrarían siete billones de píxeles». Esos datos harían rentable a su buscador Bing por primera vez, lo mismo que la introducción del asistente digital Cortana al que los usuarios dirigieron más de mil millones de consultas en los tres meses inmediatamente posteriores a su lanzamiento en 2015. «“Sé tanto de ti que puedo ayudarte de un modo que ni siquiera te esperas. Puedo ver pautas que tú no ves”. Esa es su magia», afirmaba un ejecutivo de Microsoft como el mensaje implícito que el asistente dirige al usuario. «Hoy Cortana sabe de ti, de tu organización y del mundo en general. En el futuro, Cortana también conocerá tu red profesional al completo y conectará los puntos por ti, para ir siempre un paso por delante». El asistente quiere saberlo todo de usted, pero no quiere que usted sepa lo mucho que él sabe.
El lanzamiento de Windows10 en 2015 supuso un salto cualitativo y cuantitativo. El sistema se concede a sí mismo el derecho a transmitir montones de nuestros datos personales a los servidores de Microsoft, a usar nuestro ancho de banda para fines propios y a elaborar perfiles de nuestro uso. El sistema empujaba a los usuarios a optar por la función de instalación rápida que hace que todas las opciones de configuración por defecto faciliten el máximo flujo de información personal hacia los servidores de la empresa.
En 2016, Microsoft adquirió Linkedin por 26.200 millones de dólares con el mismo fin de completar con más datos los perfiles de sus usuarios.
Pero los éxitos sin precedentes de Google, Facebook y Microsoft ejercieron también un palpable magnetismo y un efecto dominó sobre sectores ajenos a Silicon Valley como las operadoras de telecomunicaciones y servicios por cable como Verizon, AT&T y Comcast. La sección de publicidad móvil de Twitter estaba utilizando ya el identificador de Verizon para rastrear el comportamiento de los usuarios. La cookie zombi de Turn enviaba y recibía datos de más de treinta empresas como Google, Facebook, Yahoo!, Twitter, Walmart y WbMd. En 2015, Verizon aceptó adquirir America Online (AOL) por 4.400 millones de dólares con el fin de quedarse con su director ejecutivo, Tim Armstrong, que había sido el primer director de ventas de publicidad de Google de modo que, en 2017, Verizon contaba ya con todos los elementos que podían permitirle materializar sus aspiraciones con un total de 1.300 millones de usuarios. compitiendo así por fin con Google y Facebook en la extracción de datos.
Por no hablar de la multitud de empresas que, por ejemplo, facilitan la concesión inmediata de préstamos a través de una aplicación que determina la solvencia de un individuo a partir de una operación detallada de minería de datos tomados del teléfono inteligente de este, así como de otros comportamientos suyos en línea, o realizan evaluaciones profundas de empleados e inquilinos potenciales a potenciales empleadores y caseros como la empresa HiQ que comercializa productos predictivos entre los profesionales de recursos humanos de las empresas.
Y todo ello siempre ante la fragilidad del Estado para proteger los derechos de los usuarios, dándose la paradoja de que ahora las leyes protegen la privacidad de una llamada telefónica, pero si la misma información que se da en esa llamada se transmite por internet, entra de inmediato en las cadenas de suministro de excedentes de los proveedores de servicios de la red.
9. La persuasión social: la cascada de retórica seductora dirigida a convencer a la gente de las maravillas asociadas a las innovaciones. La promesa de un mundo feliz. Y, de nuevo, una masa ciberoptimista crédula e incluso ansiosa.
«Cientos de ordenadores en todas las estancias, todos ellos capaces de percibir sensitivamente a las personas que tengan cerca, y enlazados a través de redes de alta velocidad, con el potencial de hacer que el totalitarismo que hemos conocido hasta ahora nos parezca pura anarquía» (Mark Weiser, 1999):
2017, Microsoft: 500 millones de dispositivos con Windows 10; 100 millones de usuarios mensuales de su software Office; 140 millones de usuarios del asistente Cortana; 12 millones de organizaciones suscritas a su servicio en la nube. El tráfico de internet multiplicado por 17,5 millones desde los cien gigabytes diarios de 1992; unos 25.000 millones de dispositivos inteligentes en 2020. Siete de los más destacados productos y plataformas de Google (Gmail, Android, Chrome, Maps, El buscador, YouTube y Google Play Store) atraen a 1.000 millones de usuarios activos al mes; 2000 millones de dispositivos Android; 800 millones de usuarios mensuales de Google Drive donde se suben 3.000 millones de objetos a la semana; 500 millones de usuarios de Fotos que suben diariamente 1.200 millones de fotografías; 100 millones de dispositivos con el asistente de Google…
Con esas cifras, Google, en boca de Larry Page, muestra gran entusiasmo: vaticina una inteligencia de máquinas que devolverá a la humanidad al Jardín del Edén y nos liberará del trabajo y de las dificultades, instalándonos así en un nuevo reino de ocio y abundancia en el que la necesidad de trabajar será un recuerdo extravagante del pasado. Desde su punto de vista, deberíamos aceptar gustosos la oportunidad de apoyarnos en ellos y subordinar voluntariamente todos los derechos de conocimiento y decisión a sus planes en vez de poner palos en la rueda hablando de privacidad y libertad.
Facebook y Zuckerberg comparten esas aspiraciones totalitaristas por las que la sociedad y no los individuos que la componen debe subordinarse al abrazo de Facebook: «conectar el mundo, comprender el mundo y construir la economía del conocimiento». «Las personas se sienten intranquilas. Mucho de lo que era estabilizador en el pasado ha dejado de existir» dice. Y él y su empresa pueden proporcionar un futuro que funcione para todo el mundo y que satisfaga necesidades personales, emocionales y espirituales, las de tener un propósito y una esperanza en la vida. «El progreso exige ahora que la humanidad se reúna no solo en ciudades y naciones, sino también en una comunidad global» en la que Facebook lideraría ese avance, construyendo los medios y supervisando los fines. Asegura, en fin, que la tecnología va a liberarnos para que pasemos más tiempo haciendo aquellas cosas que de verdad nos importan.
Toda esta palabrería no es sino el dragaminas que precede a la llegada de la infantería: allanar con hábiles palabras el camino para una rendición sin sobresaltos. Sus teorías son tenues, pero su poder es monumental.
Referencias:
Síntesis completa de La Era del Capitalismo de la Vigilancia ordenada y paginada