Vivimos tiempos de crispación muy propios de la democracia mediática del slogan y el espectáculo. Socialismo y capitalismo. Izquierda y derecha. No hay otra alternativa. Una trampa lingüística, el cliché, y una trampa mediática, el estereotipo, que nos encierran en la textura plana y opresiva del blanco y negro negando la existencia de territorios nuevos, negando la existencia de la reflexión, el debate y el diálogo de los que nace el progreso en libertad.
Sin embargo, la realidad es precisamente una tierra de nadie, un territorio por descubrir, un camino por recorrer y una vida por vivir. Los seres humanos somos el reino de la inexactitud, la posibilidad de la contradicción, la paradoja y el misterio, la ausencia de respuestas absolutas, el riesgo del matiz, la variedad y el cambio. La búsqueda. No hay nada más complejo y alejado de la estrecha etiqueta del estereotipo mediático y social que la persona humana.
Frente a eso: rebeldía. Frente a socialismo y capitalismo, yo reivindico con Rayón lo de cada uno, abierto a todos, libremente, es decir, lo común; si es que alguien les pregunta, yo ni socialista, ni comunista, ni fascista: soy comunitarista.
Rebeldía siempre. Frente a la Dictadura. Pero también en la sacrosanta Democracia mediática. Siempre, rebeldía. Porque en las dictaduras, la rebeldía se condena con la cárcel. Pero en las democracias mediáticas, la rebeldía se condena con la exclusión. Por eso: rebeldía. Poder pensar y ser fuera de los muros físicos de la cárcel, pero también igualmente libre de los muros invisibles y férreos de la opinión pública, de los estereotipos de acero de lo políticamente correcto impuestos desde la televisión audiovisual y la televisión impresa y gratuita.
Rebeldía, sí. Ni izquierda, ni derecha. Ni siquiera de centro. Tender hacia lo alto, ver todo desde arriba, buscar lo trascendente, afrontar el misterio. Creer firmemente que creer es posible. Y, sin embargo, vivir bien pegado a la tierra, disfrutar de mi sitio, sin miedo a meter las manos en el barro compartiendo con otros el riesgo de vivir. Actor y no espectador. Y desde luego buscar dentro de cada uno lo mejor de uno mismo desde donde poder darse a los demás.
Yo, si es que alguien les pregunta, ni derechas ni izquierdas. Soy de dentro.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella. Rebeldía y romper el cristal.