La campaña de los consumidores a través de Internet, iniciada por Pablo Herreros en su blog, contra la financiación publicitaria del programa La Noria de T5  ha dado sus frutos y la retirada de anunciantes ha sido casi total. No hay más que ver cuál es la publicidad que ahora lo sostiene. Y ha dado sus frutos en varios sentidos: primero el apoyo recibido a la iniciativa casi personal que es signo de que hay mucha gente harta. Segundo que las audiencias de este y otros programas parecidos se ha estancado y parece incluso que desciende. Y tercero que los propios rectores de la cadena y del programa han visto las orejas al lobo y el tono del programita en cuestión está cambiando. No hay mejor manera de utilizar la red que para juntar voces y expresar sensibilidades.

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El otro día en el viaje que os conté que hice a Madrid, se me quedó el móvil sin batería y fui carne de eso que se ha dado en llamar la nueva memoria de Google. El fácil acceso a la información hace que de manera más o menos consciente renunciemos a guardarla en nuestra memoria. Economizamos y nos limitamos a recordar no la información, sino dónde la hemos almacenado. Hasta que falla el almacén. Me sentí completamente estúpido e indefenso: sólo recordaba el teléfono fijo de mi casa en la que ese día no había nadie para responder. No hubo forma de poder comunicar con mi hijo que estaba también ese día en Madrid. Es la otra cara de ese gran servicio que nos hace la red: cuanto más listo es el ordenador más tonto se vuelve el usuario. Y, como decíamos el otro día, caminamos a un mundo en el que la dependencia tecnológica no va a hacer más que aumentar. ¡Qué fragilidad!

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Siempre hemos dicho que en el medioambiente audiovisual el mensaje ideológico o político no está en los informativos, sino en la ficción. Es ahí donde el espectador se entrega sin los filtros que pondría en marcha si estuviera frente a un noticiario, una tertulia política o una comunicación directa de ideas.  En las historias y sus personajes, los guionistas dibujan un mundo consciente o inconscientemente ideológico. No es en el telediario, sino en las series donde la televisión hace su verdadero papel de educadora no reglada.  Hace unos meses el periodista conservador norteamericano Ben Saphiro, ha publicado un libro titulado «Primetime Propaganda», en el que analiza la, según él, muy consciente tarea de los guionistas de las series de éxito para educar al público estadounidense en los valores de la izquierda. No está publicado aquí,  pero hay algunas reseñas en la red: aquí, aquí, aquí o aquí.