El angelito de arriba es un tal Alonso Mateo. Jesús Cano, el cazatendencias del XLSemanal dedica su minisección a Instagram. En un pequeño recuadro titulado «Menores con clase» nos recomienda la página de Alonso Mateo quien «con solo cinco años, se ha convertido en un icono del estilo. ¿la culpa? Una madre estilista y un padre de cartera abultada que se encarga del cash«.

Fíjense que dice «la culpa» y no «gracias a«. Y dice bien. Y yo pregunto: ¿No habría que quitarles a «los culpables» -la estilista y el de la cartera abultada- la custodia paterna? ¿Con qué derecho instrumentalizan a su hijo,  la persona llamada Alonso para convertirlo en un icono con 154.329 seguidores en una red social?. ¿Dónde están preservados aquí los derechos del menor?

Siempre me ha parecido que modelos, actores y actrices instrumentalizan su cuerpo al convertirlo en un objeto de consumo. No por el hecho de que trabajen con él para ser soportes de ropa o soportes de sus personajes en el caso de los actores, sino porque de ese trabajo pasan algunos de ellos a la categoría de iconos que ya no trabajan con su cuerpo, sino que lo  venden convertido en imagen-objeto en pasarelas o en anuncios, mitificado por la mirada de millones de ojos que proyectan sobre él sus propios sueños o deseos incumplidos. Es una especie de prostitución en la que el cuerpo y la persona que muestra se convierten en cosa tasable  en moneda en el mercado  de las imágenes. Dejan de ser profesionales de la moda o el cine y se convierten en profesionales de sí mismos.

En el caso de un niño, la contemplación de su página es especialmente sangrante por su indefensión, su no intervención en un proceso en el que, foto a foto, se ve morir la inocencia ignorante de sí, expuesta por el objetivo a la mirada de millones de ojos. La gracia de la fotografía que recoge un instante de la vida de un niño para el recuerdo familiar -que es su propio recuerdo-, se convierte aquí en burda exposición pública de un niño-producto para el consumo.

Lo dicho: ya se ha abierto paso en la reproducción y en la adopción, el derecho a tener hijos por delante del derecho de los hijos a tener padres. Parece que le sigue el derecho a hacer con ellos lo que nos de la gana como arrojarlos a las redes sociales para nuestra exclusiva satisfacción o, peor aún para nuestro negocio, ¿no es, en el fondo, puro maltrato?

Referencias:

Alonso Mateo -pobre criatura- en Instagram