He leído con interés un par de títulos dirigidos a los padres para ayudarles a afrontar el mundo digital en el que les ha tocado educar a sus hijos. Se trata de Redes Sociales, Manual de supervivencia para padres, de Charo Sádaba y Xavier Bringué, e Hijos Conectados, un librito de Isidro Catela.
«Nada puede sustituir al encuentro personal. Los medios serán buenos en la medida en que susciten y fomenten el encuentro personal. Si lo limitan, lo dificultan o llegan a anularlo, se nos debe encender la alarma: algo no marcha.»
«Las redes sociales forman una parte importante de la vida de nuestros hijos. No podemos obviarlas desde el punto de vista educativo».
«No es tanto una cuestión de control –que también–, sino sobre todo una cuestión educativa: entre otras cosas porque en una disponibilidad de 24 horas/7 días a la semana es imposible controlar.»
«Ante la tecnología no se puede uno poner ni con ingenuidad (todo lo tecnológicamente posible es deseable) ni con miedo.»
«Los padres compran el móvil para controlar más a sus hijos cuando están fuera; los hijos los utilizan para escapar del control de los padres cuando están dentro y lo apagan o no lo cogen cuando están fuera.Los menores piden el ordenador para estudiar, pero lo usan para casi todo menos para eso. Los padres creen que el ordenador e Internet alejan a su hijo de la calle; el ordenador y la conexión a Internet meten la calle en casa.»
«La mayor parte de los expertos están de acuerdo en que las Redes Sociales tienen un inmenso potencial educativo. La mayor parte de los datos de consumo y estudios de campo señalan que estas expectativas no se cumplen en absoluto. Es decir: el potencial educativo de las redes sociales depende de la educación con la que se accede a ellas, el criterio con el que se usan y el autodominio ante su absorción.»
«“Es que antes era más fácil”…: antes era más fácil controlar; educar ha sido siempre difícil. Hoy también. La familia exige hoy un esfuerzo educativo más intenso para abordar esa imposibilidad de control y lograr que los hijos se autocontrolen en un mundo multipantalla. Del mismo modo en que antes no les podíamos vigilar en la calle, ni acompañarles a sus lugares de reunión… ahora tampoco lo podemos hacer en casa.»
«No conozco a mucha gente que viva sin tele, pero la que conozco vive muy feliz. La televisión no da la felicidad y mal utilizada tampoco ayuda a conseguirla. El móvil, las redes sociales, Internet, tampoco.»
Hay de fondo mucho de educación en y de la familia. Yo estoy muy a favor de los medios tecnológicos empleados en la educación y creo que es una realidad que no se puede negar hoy. Pero nunca sustituirán el encuentro personal, el trabajo y el esfuerzo individual o la educación paterna.
El problema, a mi gusto, sigue siendo cuando esos padres delegan la educación en otros y se olvidan de que ser padres no es sólo regalar el ordenador…
(Hoy es que estoy especialmente quemada)
Un abrazo.
Yo creo que ante tanta «dificultad de control» como se lee y se habla, el mejor camino para que los padres empiecen a «enterarse» de la cosa de sus-hijos-y-el-Internet es irrumpir en escena con toda naturalidad. Por un decir: Oye hijo, y tú en las redes ¿qué tal?… ¿Triunfas mucho o normal?… A ver, dime, ¿Cuántos cientos de amigos tienes?… En fin, un sin fín de preguntas normales que hagan «hablar» al hijo de lo suyo. Tampoco está mal preguntarles por sus amigos preferidos y decirles que nos encantaría conocerlos (que nos los enseñen), etc, etc, En definitiva, tener esa mano izquierda que haga sentir a los hijos que no están sólos de solemnidad en cuanto entran en sus habitaciones.
José Luis
Negre:»has favor» de cuidarte que te va a dar un patatús. Refúgiate en esos alumnos luminosos que también tendrán padres iluminados. Padre y madre no hay más que unos, aunque estén un poco devaluados en progenitores.
Hay edades y edades. José Luis. Las hay que necesitan de la ausencia del control parental para crecer. Nadie de nuestra generación hubiera llevado a sus padres con la pandilla. Ahora, la pandilla está también en la Red. La mano izquierda es buena siempre pero para meterla donde nos llaman.
Bueno. Para mí lo importante es que el hijo «hable» normalmente de todo lo que le interese, y para ello es bueno que no se sienta «solo de solemnidad» en los procelosos mares de su intimidad habitacional. Vamos, que le viene «grande» por lo general, y es para él de una gran ayuda que sus padres humanicen sus dominios (aunque, evidentemente, no nos van a llamar a tal faena, porque ni la entienden, aunque sí «la esperan», aún sin saberlo).
La naturalidad sabrá en cada momento, en cada edad, lo que procede y lo que no.
José Luis