Cada vez somos menos orgánicos. Sólo lo escatológico nos recuerda todavía nuestra condición de mamíferos vivos a la que no podemos escapar. Incluso lo sexual, sustituido cada vez más por la virtualidad cerebral y de plástico de las pantallas, ha perdido organicidad.

Es en los retretes donde aún se respira realidad y condición humana pura y dura.

Los retretes son un atraso prepostmodernista y no hay pantalla que pueda con ellos. Sólo en su soledad antropológica somos sólo nosotros. Organismos. Vivos.

Aunque en las pantallas hay mucha cagada, todavía no se ha inventado la cagada virtual.

Vean televisión, no la consuman, o serán consumidos por ella.