Mi amigo José Luis es un consumidor compulsivo de noticias, sobre todo de debates televisivos, blogs y foros on line dedicados a la política. Quizá por ello, me envía una referencia de la web de The Guardian que publica un breve extracto editado de un ensayo de Rolf Dobelli titulado El Arte de Pensar Claramente: mejor pensamiento, mejores decisiones. El libro, en opinión de José Luis –que es quien me envía la referencia-, no deja de ser un manual más de autoayuda, pero el extracto es un análisis interesante e incisivo de cómo accedemos a la información, de cómo la digerimos y de los efectos metabólicos y psicológicos que nos produce a nosotros y al Medioambiente Simbólico en el que vivimos.

Tenéis el texto completo en inglés y en castellano en las referencias, y aquí publicamos un extracto del extracto.

Fáciles de digerir, las noticias nos dañan a largo plazo: Del mismo modo que la sobrealimentación provoca obesidad y problemas metabólicos, la sobreinformación, daña la construcción de nuestro medioambiente simbólico. «La noticia es a la mente lo que el azúcar para el cuerpo»: fáciles de digerir, ligeramente adictivas, triviales, superficiales, sobreabundantes… podemos tragar cantidades ilimitadas como si fueran golosinas para la mente.

En este sentido, son tóxicas. Somos personas, pero tenemos una amplia base bioquímica. Con las noticias, «se dispara constantemente el sistema límbico» causando nerviosismo, cansancio y susceptibilidad a las infecciones. Por otro lado, al dibujar siempre un mundo más dramático, provocan una visión negativa y de riesgo, mientras que la acumulación de noticias violentas, acaba insensibilizándonos ante la violencia narrada.

La mayoría de las noticias se refieren a cosas en las que no podemos influir y esa repetición diaria de noticias sobre cosas que no podemos cambiar nos hace pasivos. Además, en vez de ampliar nuestra visión del mundo, reafirman la perspectiva que tenemos de él ya que fácilmente seleccionamos aquellas que refuerzan nuestros prejuicios y rechazamos las que los contradicen.

Breves, dramáticas, baratas, superficiales: Al estar diseñadas para el consumo, son necesariamente breves; siempre se inclinan por lo dramático más que por lo analítico porque están compuestas en su mayor parte de imágenes; al ser parte de un negocio periodístico, el criterio económico hace que se busque siempre el atajo más barato en su producción sacrificando la investigación, el análisis o la búsqueda de respuestas más profundas. Todo eso conduce a que todos los temas de los que tratan retroalimenten constantemente la llamada alarma social, y acaben sobrevalorados, aunque no nos afecten directamente, frente a aquellos mucho más reales y próximos que influyen en nuestras vidas. No apelan a nuestra razón sino a nuestras emociones por lo que acaban dibujando un plano falseado, estereotipado y dramático de la realidad. «Ver un accidente de aviación en la televisión va a cambiar nuestra actitud hacia el riesgo de volar, con independencia de su probabilidad real».

Son irrelevantes. Y si, no, hagamos la cuenta:«De las aproximadamente 10.000 nuevas historias que hemos podido leer en los últimos 12 meses, no es nada fácil escoger una que nos haya permitido tomar una mejor decisión sobre un asunto grave que afecte a nuestra vida, nuestra carrera o nuestro negocio».

No explican nada. «Las noticias son burbujas que explotan en la superficie de un mundo más profundo. ¿La acumulación de hechos ayuda a comprender el mundo? Tristemente no. Al revés. Las historias que son importantes son no-historias: son poderosos movimientos lentos que se desarrollan por debajo del radar de los periodistas, pero que, sin embargo, tienen un efecto transformador». Cuantos más «pixeles noticiables» se digieran, menos entenderemos de la imagen global que forman. Como en una pintura impresionista, es necesario alejarse. Como es necesario alejarse de los árboles para poder ver el bosque.

Las noticias inhiben el pensamiento. Pensar requiere concentración. La concentración requiere un tiempo sin interrupciones. Las pequeñas piezas de noticias se han diseñado específicamente para interrumpirlo. Son como los virus que roban la atención para sus propios fines. Las noticias nos hacen pensadores superficiales. La información ya no es un bien escaso, pero la atención sí. «Las noticias on line tienen un impacto aún mayor. En un estudio realizado en 2001 dos investigadores en Canadá mostraron que la comprensión disminuye a medida que el número de hipervínculos en un documento se incrementa. ¿Por qué? Debido a que cada vez que aparece un enlace, el cerebro tiene que, al menos, tomar la decisión de no hacer clic, que en sí mismo es una distracción. Las noticias on line son un sistema de interrupción intencional».

Cambian nuestra estructura cerebral. Hoy se sabe que la plasticidad cerebral hace que nuestro cerebro se adapte a aquellas actividades a que lo sometemos. «Cuantas más noticias consumimos, más ejercitamos los circuitos neuronales dedicados a echar un vistazo superficial multitarea mientras ignoramos aquellos dedicados a la lectura profunda y a pensar con atención profunda» de modo que se nos hace muy cuesta arriba leer cualquier cosa de cierta extensión o cierta complejidad.

«La sociedad necesita del periodismo, pero de un periodismo diferente. El periodismo de investigación es siempre actual. Necesitamos de informes en profundidad que vigilen nuestras instituciones y descubran la verdad.» Los artículos largos de revistas y libros en profundidad son también una alternativa imprescindible para acercarse a comprender la realidad.

Y el extracto termina: «Me he movido sin noticias durante cuatro años, por lo que puedo ver, sentir e informar sobre los efectos de esta libertad de vivir las cosas de primera mano: menos interrupciones, menos ansiedad, pensamiento más profundo, más tiempo, más puntos de vista. No es fácil, pero vale la pena.»

Amén.

Referencias:

Artículo de Rolf Dobelli en The Guardian

Traducción libre del artículo