Resultado de imagen de Montse Doval, Comunicación Efímera

Seguimos a Montse Doval desde hace años en su blog Internetpolítica que tenemos enlazado aquí como representante del Medioambiente Periodístico en la Red. Profesora de Teoría e Historia de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación del la Universidad de Vigo y observadora atenta de la realidad política y periodística analógica y digital, es para nosotros un referente  básico para entender lo que está pasando. Ahora, hace unos meses, ha publicado Comunciación Efímera, de la cultura de la huella a la cultura del impacto que nos hemos leído con atención. Tenéis nuestra síntesis completa enlazada como siempre al final del post, pero os destacamos aquí algunas de las ideas de su análisis.

Nos señala al comienzo cómo vivimos en la era del  impacta o perece, y en la que el espectáculo se ha convertido en norma básica de presentación e incluso en filtro de la información: lo que no es espectacular, no cuenta y por lo tanto ni siquiera existe. ¿Está ahora la gente mejor informada? –se pregunta. La respuesta es negativa: la promesa de ilustración de la red, ha dado paso a un internet confuso y oceánico en el que la mayoría de los usuarios y, lo que es peor, el periodismo y la información naufragan.

Los usuarios deslumbrados ante la rapidez y eficacia de la tecnología vivimos en ella sin percibirla como el pez nada sin ser consciente de la realidad del agua en la que lo hace,  al no poder o no saber distanciarse de ella, y nos entregamos sin resistencia e incluso con entusiasmo a trabajar para dotar de contenidos a las grandes corporaciones multimedia que acumulan ganancias y poder a nuestra costa. «Nadie ha tenido tanto poder en la historia de la humanidad como Facebook y Google. A estos dos gigantes, se les puede añadir Amazon y Apple, lo cual ya tiene un nombre en los medios americanos: GAFA. ¿Y saben qué? Que esas son las gafas a través de las cuales miles de millones de personas ven el mundo y a los demás. Están en una posición estratégica única: entre la realidad y el yo».

Distraídos con tanto estímulo y tanta información, bajo el imperio de las emociones, atrapados en los trucos del diseño de las interfaces de nuestros dispositivos cuidadosamente planificados para que nos resulten imprescindibles entregamos nuestros datos a los GAFA. «Yo te doy mis datos personales y tú me das correo electrónico, búsquedas personalizadas, redes sociales, espacio para mis fotos y vídeos. […] oro a cambio de espejuelos, pero en el siglo XXI». «Creo que de vez en cuando les tiene que dar la risa», dice la autora pensando en los prebostes de Silicon Valley frotándose las manos ante tanta ingenuidad global. En las tecnológicas, «las buenas intenciones que enuncian –“quiero hacer que la gente sea más abierta y esté más conectada”–  en realidad  se concretan en “quiero que el mayor número de gente pase el mayor tiempo posible atento a mi servicio”». Y es que los dispositivos creados para acceder a la comunicación y la información han sido diseñados –no solo por ingenieros, sino también por psicólogos especializados en la persuasión– para atrapar la atención y el tiempo de los usuarios haciendo que ambos, atención e información entren en crisis.

«Las interfaces de apps y smartphones no son tragaperras, son tragainstantes», pero, como aquellas, producen  miles de millones de beneficios a base de pequeñas aunque continuas aportaciones de los usuarios. «El diseño nos conduce hacia determinadas elecciones y nos dificulta otras. […] Las interfaces están diseñadas con intención. […] en este caso obviamente mercantil», dice Montse Doval y nos acerca de modo muy expresivo dos citas separadas por más de medio siglo de distancia:

«Nuestra era es la primera en la que miles de las mentes individuales mejores entrenadas han convertido en un negocio a tiempo completo entrar en la mente pública colectiva. El objetivo actual de dicha tarea es entrar para manipular, explotar, controlar. La intención es generar calor, no luz». (McLuhan en la década de los cincuenta.)

«Las mejores mentes de mi generación están pensando en cómo conseguir que hagas clic en un anuncio. Y eso apesta» (Jeffrey Hammerbacher –ingeniero de datos de Facebook- 2011)

Hay en el libro una crítica intensa y una preocupación profunda por el periodismo actual completamente entregado a la recolección de clics para lograr la presencia de la publicidad y con ella su superviviencia. Un periodismo entregado a la rapidez, la inmediatez, el impacto, lo efímero, lo superficial, lo espectacular, lo atrayente…  lo que no deja huella. Un periodismo volcado en «el interés del públicfrente al que reivindica otro posible y necesario que piense en el «interés público», que trabaje para darle a la gente lo que necesita saber en vez de dedicarse a entregar solo lo que a la gente le interesa saber.

Hay mucho más y aconsejamos vivamente su lectura, pero terminamos el post con un par de citas imprescindibles. Una de Dietrich Von Hikdebrand con la que Montse reivindica la recuperación del concepto de verdad  para plantarle cara a «la era de la posverdad, el postureo y el halago […] la dictadura de lo políticamente correcto [que conducen] al reinado de la demagogia»:

¿No se ve con claridad que, como es un crimen perturbar la paz cuando reina la verdad, también lo es permanecer en paz cuando se destruye la verdad? Hay, pues, un tiempo en el que la paz es justa y otro en el que es injusta. Está escrito que “Hay tiempo de paz y tiempo de guerra”: es el interés de la verdad el que los discierne. Pero no hay tiempo de verdad y tiempo de error; […] Por eso Jesucristo que dice que ha venido a traer la paz, dice también que ha venido a traer la guerra; pero no dice que ha venido a traer la verdad y la mentira. La verdad es, por tanto, la primera regla y el último fin de todas las cosas» (Pensees, 949)

 La otra –ya comentada en el blog– es de Chamath Palihapitiya, directivo de Facebook hasta 2011, en la que –dirigiéndose a estudiantes de Stanford–  menciona a Facebook, Instagram, Snapchat, Twitter, Wechat … como servicios que explotan la psicología de las masas, y  declara agotado el modelo de Silicon Valley

«Los negocios de Internet están en un momento de búsqueda de sentido, muchos trabajadores de las redes sociales y Google están confusos por lo que han construido. Siento una enorme culpabilidad. Allá en el fondo de nuestra mente lo sabíamos, pero simulamos que quizá no habría consecuencias realmente graves. […] pienso que hemos creado herramientas que desgarran el tejido social […] la retroalimentación rápida movida por la dopamina en bucle que hemos creado está destruyendo cómo funciona la sociedad: no hay discurso cívico, no hay cooperación, hay desinformación, mentiras y no es solo un problema americano […] es un problema global. […] Está erosionando el núcleo del comportamiento humano. No tengo una buena solución. Mi solución es que ya no utilizo esas herramientas en absoluto y no lo he hecho durante años. […] Nosotros hemos provocado el problema, editamos nuestra vida alrededor de esa sensación percibida de perfección que nos retribuye con esas señales de retorno rápido: corazones, likes, pulgares arriba […] lo que realmente es popularidad falsa y transitoria. Eso es ir al corto plazo y te deja –admítelo- más vacío y mas bobo porque te fuerza a un círculo vicioso  […] porque necesitas esa sensación de nuevo.

Puedo controlar mis decisiones, por eso no uso esa mierda. Puedo controlar las decisiones de mis hijos, por eso no pueden utilizar esa mierda.  […] cada uno tiene que reflexionar un poco más sobre lo que quiere hacer porque tus comportamientos –no te das cuenta- están programados.»

Referencias

Comunicación efímera. De la cultura de la huella a la cultura del Impacto, Montse Doval en Amazon

Comunicación efímera. De la cultura de la huella a la cultura del Impacto, Montse Doval. Síntesis literal en nuestra página Pensar los Medios.