Antes de que la luz de los focos las alumbre. Antes de que las deslumbre la luz de los flashes. Antes de que las consuman millares de ojos que los objetivos de las cámaras convertirán en millones. Antes de ser lo que no son en realidad. Antes del llamado Glamour. Antes del Maquillaje y mucho antes del Photoshop. Antes de todo eso están los bastidores, la construcción coral de la ficción, las esperas, el cansancio, el aburrimiento y las ojeras. Antes está la trastienda.
Un fenomenal reportaje de The Boston Globe Big Pictures.
Curioso. Para abajar mitos…
Es la primera vez que las veo tan tristes y que no me miran con desprecio
Desmitificar. Esa es la idea. Ver las cosas como son. Porque vivimos rodeados de imágenes de realidades que no existen.
Olvidadas de que las miran, son sólo seres humanos tan desvalidos y tan frágiles como nosotros. Vi el otro día una película que tenía como núcleo la realidad terrible de la trata de blancas. Aunque suene fuerte, el reportaje me recordó alguna foto fija de alguna de sus escenas… Al fin y al cabo al final es un comercio en el que el cuerpo y su imagen no son sólo un soporte neutro: son la mercancía.
No sabes lo que me alegra haber encontrado las imágenes que demuestran sobradamente lo que tú siempre planteaste: que la imagen del cuerpo no es sólo un soporte sino la mercancía misma.
Nos queda por resolver (intelectualmente) qué pasa con la imagen del cuerpo en otros casos distintos a la moda o el comercio, como es, decíamos, el de la imagen de los papas. Nada más y nada menos.
José Luis.
Creo que análisis podría comenzar por el consumo de los cuerpos a través de sus imágenes. El ver no es necesariamente consumir. Si me hacen un reportaje en la prensa y me fotografían, no estoy comerciando con mi cuerpo. No vendo mi imagen. Mi cuerpo es soporte de mí mismo. Yo me muestro en él. Los demás no me consumen, sólo me ven.
Es un buen arranque, si señor. Pero hay más tela que cortar, creo.
José Luis