La respuesta de Hervé Juvin al texto de Lipovetsky que hemos ido desgranando en las entradas de la semana anterior lleva el título de Cultura y Globalización y va introducida por la siguiente cita de Pierre Jakez Helias: «Es más difícil ser de alguna parte que ser de la propia época» poniéndonos en antecedentes, por un lado, del problema que supone la comprensión y la asunción de un momento histórico tan complejo como el que nos ha tocado vivir; y, por otro, nos introduce ya en el núcleo de su idea central: ser de la propia época es no ser, es simplemente dejarse llevar; para ser de verdad hay que estar ligado a un lugar, a un pasado, a un sentido desde los que vivir un presente que sin esas ligaduras no tiene consistencia. No se puede ser del presente liviano e instantáneo sin aligerarse de la trascendencia y el peso de la historia y el sentido.
Como decíamos en el post introductorio a este libro, si Lipovetsky es el lúcido retrato de una cultura vacía desde el optimismo de la fe postmoderna que cree que la libertad nos hará verdaderos, en Juvin encontramos la misma precisión y dureza en el retrato del vacío, pero con el pesimismo del que sabe que la crisis de la verdad conduce al desastre porque es en la verdad donde podemos intentar ser verdaderamente libres.
«La Cultura de la globalización —nos dice—es un hecho y un éxito: Nueve mil millones de individuos parecidos, persuadidos de su individualidad, incitados a hacer valer sus derechos, convencidos de que serán libres huyendo de todas las determinaciones, negando su origen, seducidos por su nuevo ser económico que acaba por confundir en ellos al productor y al consumidor, «procesados» por el incesante torrente de informaciones, representaciones y experiencias, haciendo girar la máquina del crecimiento ilimitad0 y que a semejanza del asno que hace girar la noria, siguen, sin verlo, el camino de los que la cultura acabó por separar para siempre de lo que habría podido hacerles personas»
Sin paliativos. Nada más y nada menos.
P.S.: os recordamos que disponéis del extracto literal de la obra El Occidente Globalizado, aquí.
Totalmente de acuerdo. Esto ya suena mejor. Para empezar, Juvin cifra la dificultad de remontar vuelo hacia la realización personal y tras ella hacia la libertad, en la crisis de la verdad. La solución de todo problema comienza en su comprensión. El diagnóstico de Juvin demuestra qie entiende y comprende bien al paciente. La responsabilidad de la sanación, al contrario que en Lipovetsky que era «externa» -había que crear una cultura previa-, en Juvin es personal; como lo es la experiencia de la libertad.
José Luis
Bien captado, José Luis. Ese crisis de la verdad es el drama de la posmodernidad, amigo. El caso es que siendo un problema ideológico, Me pregunto qué influencia tiene la hegemonía de la pantalla como soporte comunicativo en esa crisis.