Nombrar es una forma de conocer. Estudié en la facultad la teoría de Sapir-Whorf, según la cual el lenguaje actúa como creador de realidades y no sólo como herramienta descriptiva.
El lenguaje es un elemento básico en la construcción del imaginario colectivo y por, tanto una poderoso ariete para los cambios de la ingeniería social. Por eso, transformar el lenguaje es el posible comienzo de una transformación de la sociedad a través de la modificación del nombre de las realidades a las que el lenguaje sustituye.
Las cosas son lo que son, pero la mediación simbólica de las palabras puede modificar su significado no en la realidad, pero si en la cabeza ―y en el corazón― de los hablantes. Cambiamos el medioambiente simbólico y con él nuestra percepción de la realidad que acabará transformando finalmente el medioambiente real. Si creemos que las cosas son de una manera, acaba dando igual, en cierta medida, que la realidad desmienta nuestras creencias.
Un instrumento lingüístico básico en esa tarea es el eufemismo: una palabra o expresión políticamente aceptable para camuflar o reducir el impacto de la palabra cuando nombra la verdadera realidad tal cual es.
A las palabras no las carga el diablo -como a las escopetas- las carga la realidad. Pero a veces, cuando la realidad que nombran y la verdad que expresan no nos gustan, hieren como un arma de fuego. Y hoy no son buenos tiempos para la verdad verdadera. Hoy, a la palabra, entre la competencia sentimental de la imagen y el miedo a la verdad, todo es un vaciarse de contenido para intentar cambiarlo.
El eufemismo supone la existencia del tabú, el término al que sustituye. Por eso es interesante estudiar el eufemismo para conocer mejor lo que queremos silenciar con su ruido. Dime qué intentas ocultar y te diré quién eres o lo que es lo mismo: dime en qué me mientes y te diré cuál es tu verdad. He aquí una pequeña antología de ocultaciones, mentiras y, por lo tanto, verdades:
Intervención militar Guerra
Conflicto armado Guerra
Solución final exterminio
Limpieza étnica genocidio
Violencia de baja intensidad terrorismo callejero
Daños colaterales víctimas civiles
Interrogación física tortura
Activista terrorista
Teatro de operaciones campo de batalla
Ataque preventivo Guerra ilegal
Neutralizar Asesinar
Liberalismo capitalismo
Mensajes anuncios
Reajuste despido
Situación ciertamente difícil y complicada crisis
Deterioro del contexto económico crisis
Escenario de crecimiento debilitado crisis
Periodo de serias dificultades crisis
Difícil momento coyuntural crisis
Centro penitenciario cárcel
Deterioro del contexto económico crisis
Escenario de crecimiento debilitado crisis
Periodo de serias dificultades crisis
Difícil momento coyuntural crisis
Centro penitenciario cárcel
Funcionario de prisiones carcelero
Interno o recluso preso
Excepcionalidad anormalidad
Paciente enfermo
La tercera edad la vejez
Discapacitado deficiente
Larga enfermedad Cáncer, SIDA
Afroamericano negro
Subsahariano negro africano
De color negro
Hacer el amor tener sexo
Aventura amorosa adulterio
Sexualmente activo promiscuo
Sexo para adultos pornografía
Gay homosexual
Atracción sexual genética incesto
Género Sexo
Violencia de Género Violencia doméstica
Protección Preservativo
Interrupción voluntaria del embarazo aborto
Desecho biológico cadáveres abortados
Pre-embrión embrión
Centro de planificación familiar clínica abortista
Anticoncepción de urgencia Píldora abortiva del día después
Grupo pro-opción (pro-choice) grupo proabortista
Muerte digna eutanasia
No es suficiente el lenguaje. Es necesario el lenguaje verdadero.
Me ha gustado mucho ese post. Se reconoce fácilmente como cierto todo lo que en él se dice.
Añadiría, que además del eufemismo, «los amos» del lenguaje utilizan muchas otras perversiones del mismo. Una de ellas, es la «sustitución» (que en el fondo y en la forma supone una apropiación o robo del significado de las palabras a los usuarios de un idioma) del significado de las palabras, de tal modo que esa sustitución o robo deliberado de términos comunes que tienen un sentido generalizado en casi todos los ámbitos de su uso (campos semánticos) se constituye, en base a la confusión generada, en un arma «de poder», para «aniquilar» la posiblilidad de que los ciudadanos participen «personalmente» en la construcción de su propia sociedad.
Hace poco, una contertulia del programa de Juan Manuel de Prada, «Lágrimas en la lluvia», a la sazón vicepresidenta del Foro de la Familia, lo explicaba gráficamente: todos sabemos lo que es una silla y llamamos silla a un sin fin de tipos de ellas sin dudar que todas son eso, sillas; pero, si un día desde los medios, desde el poder, desde la cultura,, desde la corrección política, desde ….. , en suma «desde fuera de nuestra decisión» empezamos a oír que «silla» es también (y así oímos llamar a) un taburete, un sillón, un sofá, un banco, una butaca, un trono, y todo «puede ser» sólo «una silla» …… nuestra sociedad queda, en verdad, ANIQUILADA.
José Luis.
Perdón: Me ha gustado mucho ESTE post, no «ese» psot.
También observo algunas faltas de puntuación. Lo siento; la razón es que cuando escribo dentro de la propia ventana (en lugar de hacerlo previamente en un documento de word) veo francamente poco.
José Luis.
Jó, ¡qué noche la de aquel día!
Bueno, se me ha quedado en el tintero añadir a la conclusión de mi primer comentario que la mencionada «aniquilación» de la sociedad porque cuando a todos esos distintos utensilios que no son una silla se les llama sólo «silla», eso ES UN HECHO.
Y en este contexto, LA TIRANÍA DEL HECHO SE IMPONE A LA FRAGILIDAD DE LA PALABRA.
José Luis