La Revista 21 dedicó un reportaje titulado La sociedad enredada que rescato ahora de entre mis papeles que voy guardando. Ya sabéis que tengo la costumbre de leer un poco a contracorriente de la actualidad.
Firma el reportaje Manu Mediavilla y trae a colación datos de estudios que ya hemos comentado aquí anteriormente del informe “Sociedad de la Información en España 2009” de Telefónica, la “Encuesta a Usuarios de Internet (Navegantes en la Red)” de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación y un estudio de la Universidad Camilo José Cela, “Generación 2.0”.
Aparte de los datos, interesan algunos testimonios y opiniones:
Miguel Comín, de Alia2: Hay que estar.
«Con apenas 11 años, Juan pasa dos horas diarias navegando por Internet y las redes sociales, “y si me dejaran –dice–, estaría todo el día”…». «Lo primero es estar ahí, conocer. O estamos ahí, o nos estamos perdiendo lo más importante, la educación de nuestros hijos»; «el problema es que nadie educa: ni el padre o la madre que pasan la pelota al colegio con un “yo hago lo que puedo, pero de ordenadores no tengo ni idea; eso es cosa de los profesores”, ni éstos, que con demasiada frecuencia, admiten que “no sabemos ni estamos formados”. Al final, quien está con los niños es Tuenti, y pretendemos que se eduquen solos». «Si no conoces la herramienta ni estás en las redes sociales, los menores no va a acudir a ti cuando tengan un problema».
Guillermo Cánovas, de Protégeles: Que las redes cumplan y que los padres protejan el cerebro sus hijos tanto como el disco duro de su ordenador.
«Que las redes respeten las recomendaciones de la CE de que se hagan privadas por defecto para los menores de 18 años. Tuenti lo está haciendo, pero no Facebook. Tuenti no permite el acceso a menores de 14 y pone los medios para impedirlo, lo que le ha llevado a eliminar 35.000 perfiles en la primera mitad del año 2010. Facebook ni siquiera va a remolque de las protestas, no tiene en cuenta las recomendaciones de fuera de EEUU y, además, tiene el problema añadido de la indexación de los contenidos, que hace aparecer en los grandes buscadores perfiles y datos que puedan facilitar la localización de una persona».«Las herramientas como los filtros parentales que avisan a los padres de las visitas de sus hijos a páginas con contenidos inapropiados —pornografía, anorexia y bulimia, …— tienen un mínimo uso que no llega al 10%. No tiene sentido tanta preocupación por proteger el cerebro del ordenador con un antivirus y que no protejan el cerebro de sus hijos».
Muy literaria la ilustración pero divertida.
Sí, la verdad es que la tarea de los padres en esta cuestión es imprescindible y urgente, sin embargo, a la vez, tremendamente difícil porque es impensable que el común de los padres lleguen a «conocer» la herramienta aunque usen las redes. Por lo demás, los menores suelen considerar que sus padres «no conocen» las redes ni nada de los que les pasa en sus vidas, razón por la cual, en general, cuando les pasa algo no suelen acudir a sus padres, al menos en primera instancia.
Lo mismo con la protección de los cerebros aún tiernos de los niños. Cuidar el cerebro del ordenador es una sine quae non para poder usarlo, no es bueno el enfrentamiento propuesto por Cánovas, entre otras razones porque el padre que descuida el cuidado de su propio cerebro es probable que no conciva esa necesidad para con el de sus hijos.
Yo creo en los marcos educativos amplios o totales. Si en casa se aprende a ser buenos… los problemas siempre serán abordables.
José Luis
A la dificultad inherente a la educación se suma ahora el redoblado esfuerzo que los padres tienen que hacer si quieren educar en y con las tecnologías. A la sensación de que las máquinas son sólo herramientas útiles, se suma la realidad de que los hijos, con ellas, «están» menos, molestan menos… son más felices… Sin embargo, hoy unos padres que quieran de verdad educar, tienen que estar más que antes y tienen que estar en y con las tecnologías.