Desciende la venta de periódicos, dice Juan Manuel de Prada en su columna del XL Semanal, y estos intentan mantenerse aligerando el texto, aumentando las imágenes y convirtiéndose en un bazar de regalos para enganchar al comprador. Como muchos piensan que hay que hacer con la escuela, quieren ser “divertidos”, fáciles, superficiales y acaban dejando de ser periódicos como la escuela dejaría de serlo si quisiera convertirse en un parque de atracciones. Imitan los procedimientos de Internet cuando no son Internet. Quieren acercarse al lector dejando de ser lo que son y los lectores que los buscan no los encuentran porque los ven cada vez más alejados de sí mismos.
«La supervivencia de la prensa exige una reafirmación de sus rasgos distintivos» dice Prada; es decir: el periódico del futuro si lo es, deberá ser cada vez más periódico y no menos, «ofrecer crónicas esmeradamente escritas, ensayos dilucidadores, reportajes vibrantes y enjundiosos; […] poner un poco de poso en medio del vértigo informativo […ser] capaces de organizar e interpretar el incesante flujo de datos que recibimos», de darles cohesión, de buscar y analizar sus causas y sus consecuencias.

«El signo de nuestra época y también su condena, consiste en manejar información» advierte. Y nosotros hemos repetido muchas veces que el enorme caudal informativo propiciado por la tecnología exige hoy más que nunca de instrumentos que nos ayuden a seleccionar, comprender, analizar y profundizar para que tal avalancha de datos deje alguna huella en nuestro entendimiento y nuestra memoria.

Mientras los periódicos se esfuerzan incesantemente por sobrevivir en el mercado intentando ser lo que no son, el mercado ―es decir: nosotros, con perdón― necesita más que nunca del auténtico periodismo. Mientras la prensa se aproxima cada vez más al simulacro virtual que construye la llamada sociedad de la información, cada vez es más necesario el periodismo de la no ficción, de testigos, analistas e intermediarios verdaderamente comprometidos con la realidad.

No hay que parecerse a Internet, sino utilizarlo. No hay que parecerse a la televisión, sino buscar la propia identidad. No hay que hacer lo que las audiencias quieren sino lo que los ciudadanos necesitan.
Sólo un periodismo auténtico podrá hacer que exista futuro para los periódicos, porque sólo desde ese periodismo, se puede hacer un verdadero periódico.
Lean periódicos, no los consuman o serán consumidos por ellos.