Antonio Gala en su tronera del diario El Mundo desde la que suele decir bastante nada, da esta vez en el clavo, señalando ese enorme problema de la falta de referentes en nuestro medioambiente simbólico que hacen realmente difícil a muchos encontrar y definir su propia identidad.
«Supongamos que se nos permite elegir ser alguien: ¿desde qué elegir quién? Porque las ideologías se declaran caducas, el suelo en que se apoyaban se hunde, ya no definen; las firmes creencias antiguas se convirtieron en un idioma vano; las religiones intentan, como pueden, adaptarse (los carboneros, si quedan, dejaron de tener una fe sin aristas ni dudas ), o son sustituidas por sectas e integrismos; los papeles tajantes que separaban al hombre y a la mujer andan confusos en lo personal, en lo social, en lo familiar y en lo sexual a veces; los oficios y los saberes que, desde el aprendizaje, tanto ayudaban a ser, se tambalean y caen; la tecnología los oxidó, los puso boca abajo, los avergüenza y los derriba. Formamos parte de un mundo en que hasta el calentamiento, lo provoquemos o no, nos desconcierta… ¿Desde dónde elegir, por tanto, el destino único, intransferible, nominativo, envuelto en el cual poder decir yo soy? Precisamente ser un don nadie se dice del que no consigue ser alguien, ser persona. Y era justamente eso en lo que nuestra vida consistía. Para tal fin preciso nos la dieron.»
Y el hombre camina individuo, desnudo, autónomo, libre… y desquiciado sin saber dónde ni a qué aplicar su libertad ni con qi’en ejercerla, en medio de una sociedad plagada de modelos imaginarios entre miles de millones de Don Nadies.