La videopolítica es una campaña permanente. Sin embargo, con el catalán, hemos iniciado la primera de una serie de periodos electorales de carácter local y/o autonómico con los que los medios nos van bombardear más aún y de manera más intensa que en el día a día caminando con pie firme hacia el gran circo mediático de las elecciones generales de 2012.
He de reconocer que sería estupendo que de vez en cuando los líderes de los partidos salieran de la pecera de las pantallas para respirar aire de carne, palabra y hueso entre los ciudadanos que les votamos.
Sin embargo, cuando esas salidas se han estereotipado mediáticamente hasta el punto de reducir sus gestos, sus mensajes y sus mítines a espots, eslóganes y muecas de payaso dirigidas a la galería periodística de cámaras y micrófonos, la cosa pierde toda la gracia. Es por eso que las campañas, en el mundo digitalizado en el que los ciudadanos podemos acceder a los programas de los partidos con un click, son un anacronismo que nos sale carísimo y únicamente está al servicio del disfrute y el negocio de los medios informativos y de las estrategias político-mediáticas de los partidos.
Si el otro día hablábamos de Virtualpolitik, las campañas son un ejemplo máximo de esos circos virtuales ―a los que calificamos erróneamente de informativos― en los que los políticos se dedican a aprovechar al máximo la capacidad amplificadora y acrítica de los medios y los medios se frotan las manos y disfrutan como niños cumpliendo el papel de portavoces de los partidos como excelentes jefes de pista de las piruetas verbales y los excesos acrobáticos de los líderes que salen cada día a la arena de la opinión pública.
Si no fuera porque lo hacen con nuestro dinero, les diría « ¡que se diviertan! », pero es que, además, la pirueta, el exceso, la bronca, la ausencia de análisis y discusión, es espectáculo, no son inocuos. La sociedad ya empobrecida por la campaña cotidiana y permanente, se empobrece aún más. Y con la sociedad empobrecida nos empobrecemos todos.
Lamentablemente no parece que ni políticos ni medios esté por la labor de cambiar las cosas porque entienden ―erróneamente― que sería tirar piedras a su propio tejado, así que sólo nos queda desconectar aún más para vivir realmente conectados a lo que de verdad pasa debajo de lo que nos dicen que pasa. Como siempre.
Busque la información, no la consuma o será consumido por ella.