No sé si será un montaje o será cierto, pero yo he decidido que, a partir de hoy, todos mis diálogos con el marketing telefónico de las compañías van a seguir este modelo.
Un excelente ejemplo de realidad cotidiana. Un choque frontal de dos registros lingüísticos distintos; un encontronazo de dos mundos bien alejados: el de la virtualidad del operador y el de la realidad del usuario, el de la tecnología de cristal, plástico y jerga electrónica, y el de la fresca, abierta y casi noble ingenuidad del consumidor que cree estar hablando con una persona y no con un vendedor casi automatizado. Una separación saludablemente irreconciliable. Agua y aceite.
Y sin casi: un televendedor «preparado» por su compañía para ser un perfecto autómata. Me ha pasado múltiples veces, pero la última fue la encarnación de lo que dices en tu post. De seis formas distintas le planteé al televendedor de ONO (servicio técnico ¿?) que cada vez que chispea el líquido elemento en mi ciudad me quedo sin línea en el teléfono fijo (circunstancia conocida perfectamente por ONO pues mi historial de reclamos y reparaciones data de años y años), y no hubo manera de arrancarle al amable televendedor una palabra más, ni menos, ni distinta, en cada una de sus seis respuestas. Harto ya, se me encendió la bombilla y dije: «Mire, se lo voy a plantear de otra manera: ¿puedo yo dirigirme para plantear mis cuestiones de funcionamiento de mi línea a un departamento, instancia o persona de la compañía, distinto al que me estoy dirigiendo?» Y de repente, el autómata se humanizó diciéndome algo propio, suyo, personal (arriesgando, oye): «Ah, no señor. El servicio al que está llamando es la única vía para que los clientes comuniquen sus problemas de funcionamiento de los servicios que tienen contratados». -«¡¡¡Muchas gracias!!! Por fin supe de una vez por todas, que para siempre, cada vez que llueva en Zaragoza, tendré que hablar con alguien de ONO (servcio técnico ¿?) que me hará, antes de abrir un expediente de reparación, enchufar y desenchufar la red y la línea de cada uno de los tres terminales que jamás se han estropeado, por si, para descartar que la causa de la avería sean mis terminales. Oye, saber con lo que se cuenta siempre es un relax.
En cuanto a las ofertas de migración de compañías o portabilidades….. está chupado deshacerse educadamente de televendedores automatizados.
José Luis
La última vez estuve 18 minutos con Moviestar intentando dar parte de una avería para que viniera un operario a arreglarla. Una «incidencia» en su lenguaje. Hablé con tres «operadores» muy amables» y muy autómatas. Los tres de origen sudamericano. A la última no conseguí entenderla. Tal cual se lo dije varias veces: «Señorita, se oye bastante mal y, además, no la entiendo». Ni se inmutó. 18 minutos. simplemente para decir que venga alguien a mi casa para arreglar el teléfono… Es un mundo absurdo.
¡Jaja! ahí tuve más suerte: mi teleoperador autómata hablaba un castellano correcto y articulaba bien.
José Luis