La televisión -tal y como es vivida o asesinada por algunos- es, en una última y, para mí, terrible paradoja, la vida del que no vive.
Porque el tiempo que dedicamos a la televisión no es una mera magnitud numérica. Es biotiempo. es actividad, es juego, es relaciones personales, es estudio, formación, lectura, amor, viaje, paseo, meditación, aburrimiento incluso; es cine, deporte, mirada contra mirada, enfado, superación, es vida. Es tiempo que nos hace crecer y madurar.
Nosotros somos administradores de nuestro tiempo vital y, tenemos una responsabilidad en llenarlo adecuadamente, proporcionándonos buenas alternativas para que nuestro biotiempo sea rico y nutritivo. Ojalá estuviéramos tan preocupados por el tiempo basura como lo estamos a veces por la comida basura.
Vivir viendo como otros viven. Ese es el destino del teleadicto: la vida del que no vive.
Más que paradoja es una verdadera desgracia.