La macrotienda de muebles, al igual que la marca del anuncio del post anterior, lo que pretenden es tener la pegada publicitaria de llevar su marca al imaginario de cuantos más consumidores mejor. Ocho millones de visualizaciones en YouTube, millones de referencias compartidas en Whatsapp -a mí me ha llegado desde cinco grupos distintos-, Twitter, Facebook, etc… certifican que lo han conseguido.

Lo interesante no es el mensaje -llevamos veinte años compartiendo la idea de «desconectar para conectar« y han sido muchos los clips publicitarios e institucionales que se han creado con ese contenido…-; lo interesante es su viralidad actual. Que grandes y pequeñas marcas utilicen esta idea de fondo para difundirse es síntoma de que han detectado que el mercado -es decir, nosotros, todos- es sensible a la realidad de la pérdida de comunicación que ha producido la conexión permanenete: esa faceta de la toxicidad tecnológica se ha instalado como preocupación entre la gente que está viviendo ya ese déficit de atención a las personas y a la realidad. La publicidad pone el dedo en una llaga que se ha ido agravando con el tiempo. Veamos si, más allá del sentimentalismo de las formas publicitarias, esta preocupación conduce a cambios en nuestros comportamientos de consumo para cauterizarla. 

El que la preocupación por fin se generalice y no sea privativa de una minoría reflexiva y crítica ya es algo, pero hace falta algo más que vagos sentimientos para cambiar las cosas.