Vemos la televisión libremente porque podemos apagar y no verla… Podemos apagar y no verla, pero no lo hacemos.

 

¿Libres 18 millones de personas que deciden hacer todos los días lo mismo a la misma hora?

 

Entren en cualquier bar y allí está formando parte del escenario cotidiano del pincho, tortilla y caña. Asómense a cualquier casa a la hora del telediario y la verán allí comiendo con nosotros. Miren por la ventana  a partir de las nueve de la noche y verán brillar bajo las estrellas el temblor de las pantallas en las fachadas de todas las casas como una luminaria.

¿Lucha por las audiencias? Las cadenas no tienen que competir para que la gente no vaya al cine o lea o hable entre sí, en vez de ver la televisión,…esa batalla la tienen ya ganada. Las cadenas luchan por llevarse un trozo de la tarta del tiempo que, de un modo diario, obligatoriamente libre —diríamos de nuevo paradójicamente— le dedicamos a la televisión.