
Siendo el hecho visual más importante de nuestro siglo, resulta paradójicamente invisible cuando nos proponemos pensar en ella. Todo intento de reflexión sobre el medio se ve oscurecido por la claridad de la pantalla, por su omnipresencia, por su obviedad.
Está siempre con nosotros de un modo silencioso, discreto y rutinario. Forma parte de nuestras vidas de manera tan cotidiana, tan próxima, tan doméstica, que se ha hecho imperceptible.Es como el aire que respiramos: está ahí, forma parte de nuestra vida, pero no nos damos cuenta de que está ahí. No está delante de nosotros, sino dentro de nosotros, la hemos interiorizado. Podríamos decir que el verla tanto no nos deja verla de verdad, no nos deja pensarla y que para hacerlo, la tendríamos que apagar más a menudo. Para ver televisión la tenemos que tener encendida, pero para ver la televisión lo primero que tenemos que hacer es apagarla.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella
Ese poder «ver» la televisión del que nos hablas, que equivale a poder pensarla, poder reflexionar acerca de ella y nosotros, resulta imposible, como dices, mientras la estamos «viendo».
Tiene la imagen en movimiento entre sus propiedades una que es la capacidad de producir una suerte de hipnosis. Además de que ciertamente es fácil «pillar sueño» viendo la tele, especialmente si está uno ya algo fatigado por el trajín de la jornada, se cumple también que la mente (aunque no se esté cansado) queda como «dormida», se hipnotiza, no nos sirve para reflexionar sobre nada mientras vemos y oímos «lo que sea» por la pantalla. Pueden probarlo.
Es imprescindible tomar distancia, y en el tema del que tratamos esa distancia tiene forma de tiempo, para reflexionar en la cuestión que plantea la paradoja de la invisibilidad de un aparato que está hecho para ser visto.
¿Porqué me siento a ver la tele? ¿Me gusta lo que veo? ¿Porqué veo cosas que no me gustan? ¿Para qué me sirve ver la tele? Después de verla ¿me siento más culto, me siento mejor? ¿Quedo potenciado, relajado, mejorado para realizar el resto de actividades que debo hacer? Los valores e ideas que veo y oigo por la televisión: ¿son las mías? ¿me irritan? ¿cuáles son las mías? ¿tengo ideas propias? Si no veo la televisión un día ¿que puedo hacer a cambio? ¿y si no la veo una semana, un mes, …? ¿Por cual o cuales razones veo realmente la televisión?
Hay miles de preguntas, similares a las indicadas, que sólo podremos formularnos para intentar darles respuesta, si apagamos la televisión. Como nos dice Pepe.
José Luis.