
Tom Cruise cumple 50 años. Le hemos visto no crecer -eternamente joven- en la pantalla. Y fuera de ella, hemos visto a su imagen sobre las alfombras, o en el papel satinado de las revistas, casarse varias veces, descasarse otras tantas, tener y adoptar hijos como si de otra película se tratara. Se ha ido mitificando ante nuestros ojos con la gloria de los protagonistas que interpretaba. Nos ha repetido cientos de veces que la vida es cortar por lo sano, solucionar mágicamente los problemas. Nos ha explicado que los problemas no son sino un recurso narrativo para que el personaje los supere con la facilidad que el guion le proporciona para agrandarse ante nuestra mirada hasta hacerse una imagen imprescindible que le ha permitido cotizarse, ya que su rostro y su cuerpo prestados a su personaje eran un producto que arrastraba a los espectadores hasta los cines independientemente de la calidad de las historias que les contaban.
Hoy, simplemente Tom, nos mira en primer plano desde la portada de una revista en una imagen «natural» de sí mismo, sin Photoshop, sin maquillaje, con poros en la piel y pelos en la barba mal afeitada, con una luz frontal muy parecida a la auténtica que a uno le da cualquier mañana y el titular nos dice:
«La vida son problemas. La cuestión es afrontarlos, que no puedan contigo».
Y en el interior:
«Es curioso: de niño crees que, al crecer y dejar el colegio, todo será diferente. Error. Es mucho peor. Así es la vida: cambios, problemas, vivir…».
No lo sabíamos.



Muy bueno. Pero que muy muy bueno.
Pues nada, un ciudadano más que cumple 50 años. Por cierto: Felicidades, Tom. ¿Se dice así, no?
Me dice mi mujer y, en general, mis mujeres, que este chico está cañón. Debe ser. A mí, la naturaleza me ha hecho hiperhetero y no disfruto de estas cosas a mi pesar. Supongo que la miga del post tiene que ver con ese poder de atracción que Dios le ha regalado, pero la verdad: no puedo hablar de ese fondo porque no recuerdo haber visto ninguna película suya.
Curiosidad: el texto «del interior» es contradictorio: después del colegio SÍ fue todo diferente. No hay «error» pues.
José Luis
Un hombre interesante. Pero a saber cómo es en realidad…
Bienvenido al blog, Smiling Boy.
No es la belleza objetiva -si es que existe- la que triunfa en la pantalla. Es la fotogenia, ese misterio que llena la pantalla con algunos rostros a los que la cámara quiere. La fotogenia y la mixtificación cinematográfica de la que tanto hemos hablado que convierte a los actores en dioses inmortales.
En cuanto al error, comprendo tu confusión: su paso por el colegio no fue divertido: era disléxico y le zurraban. El, como muchos adolescentes, piensan que alguna vez madurarán y la vida será una balsa de aceite.
Supongo que será, como todos nosotros, nada más y nada menos que un ser humano. Lo que ocurre es que se gana la vida con otra imagen.
Y yo era zurdo y también me zurraron hasta hacer de mí un «falso diestro». Pero insisto en que (aunque sea una chorradilla) el texto del «interior» es contradictorio en sus términos. Pues esa fotogenia es la que le hace aparecer como un hombre «cañón», según me ratifican mis mujeres.
José Luis