He recibido unos cuantos e-mails con enlaces a felicitaciones navideñas que a partir de un diseño atractivo e innovador, sorprenden gratamente mientras acompañan su mensaje de la imagen de marca. Tras disfrutar de su contenido, te invitan a enviar la felicitación a tus amigos, produciéndose así un efecto multiplicador exponencial y a la vez selectivo, personalizado y viral de la marca publicitada.
De nuevo la epidemia. En el caso de Bush y su zapato, el portador del virus era la popularidad del personaje. Diríase que era un foco viral concéntrico. En este caso el conector eres tú mismo. Desde al anonimato se organiza una extensión epidémica en red. Con una asombrosa economía de medios, es el propio consumidor el que, a la vez que consume, colabora con la marca al convertirse en intermediario desinteresado. Es el prosumidor de Lee Siegel en El Mundo a Través de una Pantalla (2008). El miembro de la verdadera sociedad de masas que a la vez que consume produce.
En la publicidad tradicional, un spot era un producto elaborado para atrapar la mirada de muchos consumidores finales. El anuncio necesitaba de una fuerte inversión inicial y del soporte masivo de la telepantalla. En esta nueva forma de publicidad, una broma, un chiste, una felicitación, se convierte en envoltorio de una marca, para que cada consumidor individualizado, se convierta gratuitamente en emisario a través del soporte viral de la Red.
Ya sabíamos desde el Telépolis de Javier Echeverría que mientras vemos la televisión, trabajamos para las cadenas que miramos. Ahora también sabemos que la Red es trabajo. Felicidades.