Interesante la “polémica” en torno a si los políticos deben o no aparecer en televisión para “acercarse a la ciudadanía”.
Nos interesa, sobre todo, aquí porque de ella se deriva algunas realidades olvidadas. Obvias, y mil veces repetidas aquí, pero olvidadas por el márquetin tecnológico.
Según todos las habituales exageraciones ciberoptimistas, con Internet se había acabado el reinado de la unidireccionalidad pasiva de la televisión. Las audiencias se habían ido desplazando a otras plataformas de relación y entretenimiento muchos más activas y los restos –una especie de minoría excluída- se había ido fragmentando hasta hacerse poco significativa. La tele había muerto frente a la oferta de las redes sociales. Así, aplicadamente, los políticos y partidos se abrieron sus cuentas en Twitter, Facebook, etc., pusieron en marcha sus blogs y se instalaron en la red por aquello de que si no estás no sales en la foto.
Pero llegó Pablo Iglesias y en una estrategia perfectamente planificada buscó con ahínco su inclusión en algún debate de esos serenos y profundos que propicia el medio televisivo. Intereconomía le dio cancha y, tras los resultados electorales –de la nada a cinco escaños en las Europeas- ya se lo rifan todas las demás. Montse Doval nos explica cómo Iglesias conoce perfectamente la penetración y eficacia de los medios dándose cuenta de que –son palabras del mismo Iglesias– “Internet es útil para la guerrilla, pero poco eficaz frente a los cañones de los medios de comunicación”. Y no hay cañón más potente que la televisión. Es la diferencia entre los miles de seguidores en las redes sociales y los millones de audiencia televisiva en cualquier programa de infoentretenimiento. Y resulta que ahora todos quieren ser artilleros.
Esa televisión de la que nadie habla –decíamos el otro día- que a nadie preocupa educativamente hablando porque se supone “superada” por Internet, esa televisión ahora más invisible que nunca porque nadie la ve… resulta que sí existe, que sí se ve, que sigue congregando a las audiencias y es a ese ámbito ¿cultural? al que hay que ir para encontrarse con ellas. Es posible que Twitter o Facebook promuevan las quedadas de ciertas efímeras primaveras, pero son el prime time televisivo y el share los que siguen marcando agenda, los que mandan, los que tienen verdadera penetración.
Pedro Sánchez ha justificado su aparición en la telebasura y en el entretenimiento televisivo precisamente con ese argumento: “hay que ir donde está la gente” y los asesores de imagen y jefes de campaña aconsejan a sus pupilos políticos que sí que lo de las redes y las webs y los blogs y todo eso está muy bien, pero que la gente, el grueso de la gente no está ahí a pesar de las modas…, La gente, es decir, no las personas, sino las audiencias, sigue plantada cada noche frente al televisor y por eso a ninguno se les tienen que caer los anillos por sumergirse en los platós. No se trata tanto de acercarse al pueblo, sino de ser populares, reconocibles, famosos, visualizarse, convertirse en marcas para la venta del voto. Tampoco se trata de difundir ideas, sino píldoras de 59 segundos, slogans, espectáculo, infoentretenimiento, la única información que soporta esa máquina de hacer dinero en que se ha convertido la televisión.
Flaco favor para le democracia el acercarse a donde está la gente en vez de atraer a la gente a donde debe estar dignificando el ámbito del debate público. También los césares buscaban a la gente en el Coliseo. ¿Es que no hemos avanzado nada desde el pan y circo de la antigua Roma? Parece que no.
Obama y los norteamericanos lo saben bien. Allí, desde hace años, la política ha derivado en videopolítica y espectáculo y su revolucionaria presencia en las redes durante la última campaña que tanto se ha comentado entre los politólogos del márquetin, es sólo una continuación de su presencia mediática televisiva.
Cualquier día los veremos en Gran Hermano –decimoséptima edición ¿cómo es posible?- visitando a los residentes o incluso conviviendo entre sí. Esto último sería un puntazo. O un cañonazo ¿O no?
Referencias
¿Análisis mediático del fenómeno Podemos en Internetpolítica, por Montse Doval
Perfil de Pablo Iglesias por Pablo R. Suanzes para El Mundo.
Te lo dije un día, mucho antes de las elecciones europeas, ¿recuerdas?: el fenómeno Pablo Iglesias fue alumbrado -nacido- en «El gato al agua» (época Javier Algarra) de Intereconomía TV. Me ha interesado mucho más el enlace al «Perfil de Pablo Iglesias» de Pablo R. Soanzes que al «Análisis mediático del fenómeno Podemos» de Montse Doval. Entre otras razones porque «Podemos» no es ni sería nada (creo) sin su líder mortal, en carne virtual, Pablo Iglesias. En este enlace se lee que Pablo Iglesias fue invitado por Gonzalo Bans a la mesa del programa de Intereconomía: » Según ha sabido El Confidencial Digital, el director de ‘El Gato al Agua’ en aquel entonces, Gonzalo Bans, decidió que había que invitar a personas de izquierda próximas al movimiento de izquierdas que apoyaban la convocatoria de ‘Asalta el Congreso’. Se buscaba alguien polémico, abierto al debate ‘visceral’ y cuyo rostro fuera desconocido. Alguien alejado del típico perfil de político o periodista de izquierdas. Un militante pro 15-M», pero queda mucho más completa la verdad leyendo el enlace de Pablo R. Suanzes, sobre todo porque utiliza el verbo preciso y exacto: «logró». Pablo Iglesias logró lo que ansiaba: «cruzar las líneas enemigas». Ni qué decir tiene que, en aquellos primeros tiempos, Intereconomía tv., el equipo de «El gato al agua» y Gonzalo Bans especialmente, supongo, se licuaban de placer ante «el bombazo» que habían conseguido: ubicar en su programa la controversia mediática y subir, así, su audiencia. Parece que los filtros ideológicos de la cadena -el perfil de sus seguidores- no funcionaron bien y «el controvertido» quedó instalado en inmejorable línea de fuego para empezar a disparar bombazos. Lo dicho queda demostrado por el hecho de que a partir de ahí fuera requerido por La Sexta, la Cuatro, etc,… que es exactamente lo que el señor Iglesias pretendía. Oídas, actualmente, unas declaraciones suyas en las que se lamenta de «no haber partido la cara a los fachas con los que tuve que debatir en Intereconomía», cabe concluir que no es precisamente la gratitud una de las virtudes que adornan a esta persona ni a este personaje. En todo caso, la aparición masiva en televisión no es, como nos dice Montse Doval, posterior a sus resultados en las elecciones europeas, sino muy anterior y causa, en gran parte, de los mismos.
El fenómeno Pablo Iglesias («Podemos» nada sería sin él y sin la televisión; bueno, de hecho, «Podemos» sigue sin ser nada, ni siquiera un partido político más de nuestro elenco democrático nacional) me interesa mucho más políticamente que mediáticamente por el potencial de horror que, considerada su biografía, encierra el susodicho. Pero este no es un blog de análisis político sino mediático y, en este sentido, me apetece mucho poner al lado de estos aconteceres lo que acaba de acontecer en el ámbito del deporte-rey y los medios: Cristiano Ronaldo ha hablado.
Dos años llevamos los espectadores soportando cada día la controversia (por no llamarle debate) sobre si Iker Casillas, nuestra gloria nacional, debe ocupar como titular o no la portería del Real Madrid; si fue Mouriño quien lo «mató» o se murió él mismo; si debe irse a trabajar a otra liga de otro país; si llamó a Xavi Hernández para pedirle perdón ¿?; etc, etc, etc. El tema es tratado «ad náuseam». Los directores de todas las tertulias deportivas de radio y televisión y sus plantillas de opinadores sacan, noche tras noche, de donde no hay, buscan lo que no existe, arrojan sus dardos a las más ridículas cuestiones, un día y el siguiente. Pasado un año del principio del contencioso, Florentino Pérez declaró a Pedrerol que «de toda esta historia con Iker Casillas, quien mejor lo está llevando es Iker Casillas. Su prudencia, su entrega a la entidad, …/… Nadie debe poner en duda que es todo un caballero al que todos los madridistas le debemos todo». En contra de lo que a mí me pareció, esta declaración de nada sirvió para calmar el fervor periodístico, y las tertulias redoblaron la polémica. Días y días en los que los magazines deportivos no tenían nada nuevo que tratar -y aunque lo tuvieran- le daban al tema. Se constituyó dentro de las parrillas «el apartado Casillas» con sus correspondientes minutos, casi siempre en torno a los treinta, en los que despellejar o defender al cuestionado. Empecé a sufrir la parte más innoble del oficio y del negocio; luego me planteé borrarme o no de mi enganche al dulce dejar pasar el tiempo delante de semejantes majaderos y semejante basura. De momento voy perdiendo.
¡Pero! Pero ha hablado en los medios y a los medios Cristiano Ronaldo, ese líder mediático en pasiva que hoy ha querido hablar en activa. Hay que decir que en los últimos días, gracias a sus goleadas de escándalo, se ha transformado para el gran público en algo más que un líder al uso, en algo así como un hiperlíder y, desde esa posición, a la pregunta formulada por el hurgador profesional de turno, a pie de campo, ha respondido… Transcribo pregunta y respuesta. Periodista: – «¿A partir de ahora qué? Lo digo porque sobre todo, bueno, parece que la situación deportiva (división en la afición) se calma. Dijo Ancelotti que para él el debate de la portería no existía, pero es verdad que hay mucho ruido; en el vestuario… » (le corta Cristiano). Cristiano: – «Bueno, ése es un tema queee, que ya está más que ultrapasado. No hay que hablar siempre de las mismas cosas. Tanto Iker y Navas son los mejores porteros de la liga… y hay que dejar al Real Madrid tranquilo, no hablar siempre del mismo tema queee, que ya cansa… y concentrarse apenas sólo en el equipo que es lo más importante para que las cosas puedan seguir bien, mejorando. El tema de los porteros ya está cerrado». Subrayo: NO HAY QUE HABLAR SIEMPRE DE LAS MISMAS COSAS. YA CANSA. EL TEMA DE LOS PORTEROS ESTÁ CERRADO. Al día siguiente, un importante programa deportivo (que había abundado durante dos años en «el tema» y se sentía desautorizado por las palabras de Cristiano, y que naturalmente pretendía seguir dándole a la matraca) preguntó a su audiencia si debía seguir debatiéndose el tema de los porteros… y el público, hasta ese momento «participativo» en la movida mediática, respondió NO. Ganó el hiperlíder. Perdió el programa. En veinticuatro horas. La esperanza vuelve a rondarme.
José Luis
Esperemos que la esperanza no se torne en melancolía. No soy muy optimista. El mundo mediático, sobre todo la reina televisión que dirige la agenda pero desde hace poco también las redes en las que estamos enredados crean su propio mundo al margen del mundo real que aparentemente quieren reflejar. Tú lo cuentas muy bien con el caso Ronaldo.