Acabo de leer un excelente libro de Gregorio Luri con el título que encabeza este post y el subtítulo El optimismo es posible. Con él, el autor hace referencia a un concepto de escuela que, en relación con el mundo mediático, hemos defendido aquí muchas veces: la educación no es tanto para adaptarse a la vida, sino en muchos sentidos para enfrentarse a ella y de ese modo liberarse y poder cambiar, no la vida en general, sino la vida particular de cada alumno. La escuela para ser mediadora, debe oponer resistencia a lo que ocurre a su alrededor a través de la transmisión del conocimiento y el desarrollo de la inteligencia haciendo así más resistentes a los alumnos, es decir, más capaces.
El libro está lleno de ideas que iremos volcando en este blog y que tienen valor por sí mismas, pero –y en este país, lamentablemente, eso es importante- también por venir de quien vienen. Porque Gregorio Luri es de izquierdas. Premio Extraordinario de Doctorado en Filosofía y Premio Extraordinario de la Licenciatura en Ciencias de la Educación, pertenece a esa generación de pedagogos entusiastas y bienintencionados del postfranquismo que construyeron sus teorías pedagógicas más en contra de la escuela nacional franquista que a favor de una nueva escuela democrática. Un cáncer intelectual que no sólo afectó a la pedagogía, sino a casi todo el pensamiento político y social español de la época y que todavía ―incomprensiblemente― casi cuarenta años después sigue vigente.
Pero Gregorio Luri, es de esa minoría de izquierdas que, además, piensa y, por lo tanto, evoluciona. Precisamente uno de los pasajes más e iluminadores del libro es la crónica cronológica que hace del nacimiento y desarrollo del pensamiento pedagógico español a partir del año 75 y de sus raíces en el progresismo del 68 enraizado a su vez fundamentalmente en la escuela progresiva y constructivista de John Dewey de principios del siglo pasado, en la pedagogía New Age de Francesco Tonucci, la experiencia de Summerhill, y al constructivismo psicológico encarnado en la LOGSE , la LODE y la LOECE socialistas que han conducido al fracaso de la política educativa actual.
A lo largo de todo el libro y al final de modo directo ―y por eso está aquí― hay muchas referencias directas al fetichismo tecnológico que en los últimos años ha penetrado nuestra escuela y que iremos desgranando en unos cuantos post sucesivos.
Mientras, ya saben: vean televisión, usen la tecnología, pero no las consuman o serán consumidos por ella.
Pues sólo faltaría que por venir de la izquierda, Gregorio Luri venga a tener “valor” alguno, mas allá del que merezcan sus ideas. Y si éstas se enmarcan en las de una generación que por partir de un “en contra de” olvidó valorar e incorporar lo que de bueno, pedagógicamente hablando, arrojó la denostada etapa (toda etapa arroja algo bueno) y si, abundando en el mérito o demérito, leemos que la pedagogía y el pensamiento político-social resultante se han nutrido de un cáncer intelectual …….
Confieso que no he leído una sola página de pedagogía escolar, así que no puedo criticar al señor Luri ni a ningún otro autor en este campo de conocimiento, pero soy padre de cuatro hijos, pacientes de la LOGSE y la LODE, bastante desconcertados: los cuatro leyeron y escribieron antes de lo que en sus escuelas les fue permitido y no es que fueran, al igual que la mayoría de sus compañeros, especialmente unos lumbreras, es que sufrieron “experimentos pedagógicos” a destajo, curso tras curso, en los que, fehacientemente, NO SE LES DEJABA AVANZAR.
Recuerdo haber sido reprendidos (mi señora y yo) en el colegio de nuestros hijos, por el imperdonable error de querer “trabajar con ellos” en casa, un poquito de nada, la memoria. Se trataba ¡fíjense! de pretender que memorizaran los ríos de España y sus principales afluentes: “se salían así de los planes docentes”. Después, …… todos sus bachilleres se han basado en la capacidad de memorizar (¿?). Ya se lo oía decir a mi padre: “todo sistema pedagógico que parte del supuesto de que el educando es tonto, es un mal sistema pedagógico”. De tal modo que por la razón ya expuesta, no puedo criticar a estos sesudos teóricos, pero por la experiencia relatada (y por la integral de otras muchas sufridas) tampoco puedo profesarles demasiado respeto.
A ver qué nos va diciendo Gregorio Luri.
José Luis Rodríguez Rigual
Vale la pena repetir el indiscutible y sabio axioma paterno, pero con mayúsculas: «TODO SISTEMA PEDAGÓGICO QUE PARTE DEL SUPUESTO DE QUE EL EDUCANDO ES TONTO, ES UN MAL SISTEMA PEDAGÓGICO»