Un breve post para dar cuenta de un nuevo estudio  que pone en relación el consumo de videojuegos con la pérdida de capacidad de concentración para el trabajo escolar. «Pasar más de dos horas al día delante del televisor o de la consola aumenta un 67% el riesgo de sufrir problemas de concentración en niños y adolescentes» es la conclusión de titular. Ya estaba demostrada la relación del consumo abusivo y constante de televisión ―es decir, el consumo normal de cualquier chaval español― con los Trastornos de Déficit de Atención y ahora el estudio señala que los videojuegos están al mismo nivel. Parece ser, pues, un problema de pantallas.
A mí me parece de sentido común. Lo extraño es que en esta vorágine de información y datos en la que se supone que vivimos, este mensaje no llegue con claridad a los padres o que este problema no preocupe tampoco a las autoridades sanitarias y educativas.  Otro titular: «cada hora delante de la pantalla es un riesgo adicional para que el niño desarrolle problemas de atención».

Por otra parte, en la reseña se pone de manifiesto que, tanto la televisión como los videojuegos, -como cualquier otra cosa-, cuando se les saca de su uso abusivo, indiscriminado y pasivo y se convierten en actividades dirigidas, activas y moderadas, pueden ser extraordinariamente positivas para el desarrollo. La cuestión es ¿Quién le pone el cascabel al gato? Es decir: ¿quién se encarga de que los chavales consuman de ese modo las pantallas, cuando lo que en realidad ocurre es que las pantallas se utilizan generalmente para que los niños nos dejen en paz, se entretengan y se consuman?
Usen las pantallas, no las consuman o serán consumidos por ellas