(A mi hija Marta)

Hay un apartado del libro especialmente interesante como reflexión en torno al trabajo artístico e intelectual en su relación con las herramientas que la tecnología ha puesto a disposición de los creadores. Formidables herramientas que, de nuevo, facilitan y potencian el trabajo del hombre, pero que esconden, también de nuevo, sutiles ataduras, frenos y degradaciones de la tarea.

«Renzo Piano –nos dice Carr– reconoce que los ordenadores se han vuelto esenciales para la arquitectura, pero también teme que los diseñadores estén transfiriendo demasiada parte de su trabajo al software…:Los ordenadores se están volviendo tan inteligentes que recuerdan a esos pianos en los que aprietas un botón y te toca un chachachá y después una rumba. Puede que toques muy mal, pero te crees un gran pianista. Lo mismo pasa ahora en la arquitectura. Puede que te encuentres en una posición en la que sientes que está apretando botones y eres capaz de construir todo. Pero la arquitectura es pensamiento. Es lentitud, de alguna manera. Necesitas tiempo. Lo malo de los ordenadores es que hacen que todo vaya muy rápido”

Más tiempo frente al teclado, menos tiempo pensando” dice, a su vez, el arquitecto Witodl Rybczynski. En arquitectura, en arte, «El acto de dibujar –o de esculpir, o de escribir…, diría yo– no es solo una forma de expresar un pensamiento; es una forma de pensar».

«E.J. Meade, el arquitecto de Colorado [opinaba respecto del uso del ordenador en su trabajo] que –y me permito subrayarlo en negrita– la parte difícil no era aprender cómo usar el software … Lo complicado era aprender a cómo no usarlo: “El factor de comodidad [del CAD] es estupendo”. Sin embargo, la convivencia con el ordenador puede ser peligrosa: Tienes que profundizar mucho en la herramienta para evitar ser manipulado por ella. (De nuevo el subrayado es mío).

Carr nos cuenta al respecto una anécdota muy reveladora para mí al menos porque la he vivido de modo menos profesional, pero muy parecido: «Me encontré con un fotógrafo freelance […] bajo un árbol, relajadamente, esperando que algunas nubes poco colaboradoras dejaran de tapar el sol. [Llevaba] una cámara analógica de gran formato […] y le pregunté por qué utilizaba todavía carretes. […] Me dijo que había acogido con fervor la fotografía digital unos años antes […] Pero unos meses después decidió volverse atrás. […] no porque estuviera insatisfecho con el funcionamiento […] sino porque había cambiado la manera en que afrontaba su trabajo y no para mejor. […] Las restricciones inherentes a tomar fotografías con carrete y revelarlas –el gasto, el esfuerzo, la incertidumbre– le habían llevado a trabajar despacio […] con reflexión, premeditación y una profunda (física) sensación de presencia. Antes de sacar una foto componía la imagen meticulosamente en su mente: tenía en cuenta la luz, el color, el encuadre y la forma. Esperaba pacientemente el momento adecuado […] La película […] imponía una disciplina de la percepción, de ver, que conducía a fotografías más ricas, más ingeniosas y más conmovedoras. La película exigía más de él así que regresó a la tecnología anterior».

«Los dos –arquitecto y fotógrafo, nos dice Carrquerían simplemente la mejor herramienta para el trabajo: los dos averiguaron que la herramienta más nueva, más automatizada y cómoda no es siempre la mejor elección. […] entendieron que las decisiones sobre tecnología son también decisiones sobre modos de trabajar y maneras de vivir, y tomaron el control de esas decisiones en lugar de cederlas a otros […] Retrocedieron y pensaron críticamente sobre tecnología».

Y termina: «Lo que hace a una herramienta superior a otra no tiene nada que ver con su novedad. Lo que importa es cómo nos agranda o empequeñece, cómo moldea nuestra experiencia de la naturaleza, de la cultura y de los unos con los otros» Cómo influye en «la textura de nuestra vida diaria».

Me encanta lo de “textura”… porque es ahí, en ese tejido, donde pasan las cosas invisibles pero verdaderamente importantes.

Referencias:

Nicholas Carr, Atrapados, cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas, Madrid, Taurus, 2014.

Superficiales, Doce entradas del blog comentando el libro anterior de Carr

Texto íntegro del resumen paginado del libro