El medioambiente simbólico está cargado de imitaciones que pugnan en las pantallas por engañarnos entregándonos sucedáneos de realidad, virtualidades para ser vividas como si de vida real se tratara.
La ilustración es una representación más de la realidad entre la ilusión de las veinticuatro imágenes por segundo del cine, las trescientas veinticinco líneas de la televisión analógica, los unos y ceros de la televisión digital y la fidelidad aparente de la fotografía. Una «imago» más, una imitación, una imagen. Sin embargo, en ella, como en la pintura y el dibujo, en la fotografía artística y en todo el arte en general, la representación no sustituye a la realidad, sino que la recoge, la imita y la trasciende sin engañar al espectador que en ningún momento cree estar siendo testigo, sino que sabe que entre la realidad y él, el ilustrador, el artista, es un intermediario que interpreta la realidad descubriéndonos, en su particular visión, facetas invisibles de la realidad misma que nunca hubiéramos sido capaces de descubrir sin él. Como el poeta, penetra en las cosas devolviéndonoslas renovadas.
El medioambiente, así, no se empobrece por la manipulación de la imitación vicaria, sino que se enriquece con la visión personal del creador.
Hoy, Sempé:
























Hay un delicioso aroma a Jacques Tati en el trazo de Sempé. O yo lo huelo.
José Luis
En todo caso, dos poetas visuales de personalísima mirada.
José Luis
Tienes razón en la comparación. Muy «Tati». Mucha ternura, ingenuidad, humor… y mucha poesía de la buena en las imágenes de uno y el trazo del otro.