El otro día me llamaron de El Diario Vasco para preguntarme qué me parecía la reposición por parte de TVE de El Hombre y la Tierra. Independientemente de las razones de ruina económica que animan a la cadena pública para bucear en el pasado, y en contra de los que están siempre suspirando por la innovación, creo que Televisión Española tiene un depósito de programas de gran calidad que puede e incluso debe volver a explotar entre otras cosas para que las nuevas generaciones desfruten de ellos.
Evidentemente hay que discriminar entre aquello que el tiempo ha envejecido volviéndolo inservible y aquellos materiales que se ganaron en su momento el calificativo de «clásico» precisamente por la calidad de su factura capaz de ir más allá de su propia época. Sin duda, el Hombre y la Tierra es una de ellos. Pero hay más: ¿recuerdan aquella serie sobre Santa Teresa de Jesús encarnada por Concha Velasco, con guion y dirección de Josefina Molina ayudada en los textos por Carmen Martín Gaite y Víctor García de la Concha? ¿Qué me dicen de la Fortunata y Jacinta de Mario Camús con Ana Belén, Maribel Martín, Fernando Fernán Gómez…? También están El Quijote, La Barraca, Cañas y Barro, La Regenta, El Camino, La Plaza del Diamante, Los Gozos y las Sombras…
Aunque todas están disponibles en la web de TVE, su pase por la 2 o incluso la 1 enriquecería la oferta de la televisión pública con calidad y éxito de audiencia.
Lo prueban los tres millones de espectadores que han seguido de lunes a viernes El Hombre y la Tierra. Una barbaridad para el canal y la hora de emisión. Y no es Gran Hermano.
Las televisiones no programan lo que quiere la audiencia, provocan audiencia programando lo que quieren ellas.



Empezando por el final: totalmente de acuerdo. Es una estupidez decir que la programación «recoge» lo que la gente quiere que se emita. Entre otras cosas porque el emisor sólo puede «escuchar» al espectador a posteriori a través de las mediciones de audiencias.
El amigo Félix, ya de por sí excelente comunicador, tuvo además la idea genial de «historiar» las vidas de sus protas (los animales), facilitando de esta manera enormemente el sentido y la memoria de los contenidos de sus documentales. No es lo mismo que las águilas sean solo «águilas» a que sean «águilas parientas». En la realidad de la familia todo se ordena y comprende mejor.
Las series que citas, en efecto, son joyas de nuestra literatura. Recuerdo especialmente la de Santa Teresa… y su amigo en la fe San Juan de la Cruz (Juan Diego)¡Qué diálogos, xD! He terminado, estos días, de ver «La señora» y me parece muy recomendable siquiera sea por ver lo malo que puede llegar a ser un ser malo (Gustavo).
José Luis
Precisamente, amigo, el lunes publico un post más detallado sobre Félix en el que critico precisamente esa característica dramática que señalas.
Tendrás tiempo de matizar lo que opino, seguro.
¡Seguro! …
jajaja
José Luis
Efectivamente. Hay un enfrentamiento moral imposible dado que el animal no es libre y el hombre sí. Cabría decir que en este «duelo» el hombre es, además, muy superior a cualquier animal (exceptuando, en gran medida, a los del orden microbiótico) pues dispone de la facultad de su inteligencia. El aspecto que está en discusión pública es, más bien, si el hombre usa rectamente su libertad y la potencia de su inteligencia frente a, o en su duelo con, los animales.
Personalmente creo que no ocurre así, que el hombre se envilece a menudo en ese sometimiento y destrucción del orden animal. El resultado en la opinión pública es que la conducta de los animales, tiene el «valor» de no apartarse de su naturaleza propia, mientras que el hombre al hacerlo de la suya «es peor» que aquellos. Tendría que traer ejemplificaciones, lo comprendo, y las hay a porfía, pero no es posible en el espacio disponible.
He visto el capítulo -del que dejo enlace- y… opinen ustedes.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/hombre-tierra-lobo/770922/
Jean Ronoir, cineasta, dejó dicho que para que una película (valga decir documental) interese al epectador hacen falta tres cosas: una buena historia, una buena historia y una buena historia. Y opino que Félix dramatizó sus historias más por conseguir la atención del espectador (y facilitar así sus objetivos divulgistas) que por instaurar una conciencia sensiblera y fácil a favor de los animales y en contra del hombre.
José Luis