Con el titular «Un Nobel contra los tecnócratas», el XLSemanal publica este fin de semana una breve entrevista a Simon Johnson, Premio Nobel de Economía 2024, catedrático en el MIT, de la que es muy interesante entresacar con algunas ideas.

Quizá nada nuevo en lo que dice. Lo interesante es quien lo dice.

Un economista muy preocupado por el inmenso poder de una élite, de una exigua minoría que define como «un puñado de hombres blancos de Silicon Valley [que] ha triunfado más allá de sus sueños más salvajes», o como «unos multimillonarios tecnológicos que han hipnotiza a la sociedad […] tomando decisiones que afectan a millones de personas».

Nunca ha sucedido nada parecido. «Siempre ha habido élites» dice el periodista; a lo que Johnson contesta: «Nunca hubo una concentración de riqueza tan grande [combinando, además] el poder industrial y el de la información. Además, sus tecnologías están tan arraigadas en nuestras vidas que no podemos vivir sin ellas».

Tal y como explica Soshana Zuboff, y Johnson ratifica, aquellos jóvenes universitarios de los inventos en un garaje han ido comprendiendo que sus inventos, que al principio eran como un juego divertido y esperanzador, generaban unas ganancias enormes que no estaban dispuestos a compartir. Ahora —añado yo— aquellos jóvenes hippies ya no son ni jóvenes ni hippies: están envejeciendo y parece que sólo les preocupe seguir enriqueciéndose e invertir en solucionar el problema de su envejecimiento y de su muerte haciéndose transhumanos.

También coincide con Sartori en que progresar no es necesariamente mejorar —también progresa el cáncer—. El progreso solo lo es si beneficia a una mayoría. Y para que el progreso beneficie a la mayoría «se necesitan instituciones que hagan de contrapeso a las élites: gobiernos democráticos, regulación, sociedad civil que exija una parte de la prosperidad».La tecnología, los datos, la nube… «no desciende de los cielos, Siempre es una elección social». De nosotros depende de hacia dónde dirigir sus beneficios…

Ningún usuario estaría hoy por hoy dispuesto a pagar por el uso de la tecnología que ahora es gratuita. Sin embargo, ese sistema, permitiría controlar sus beneficios y revertirlos fácilmente en impuestos. ¿Gratuita?  —se pregunta Johnson— «Si no pagas por el producto, tú eres el producto. La publicidad digital te manipula emocionalmente para mantenerte enganchado, hace que te enfades para ganar tráfico. Con un modelo de pago no tendrían tanta obsesión por convertir al usuario en un adicto».

Y una alusión directa a la polarización provocada por las redes que está poniendo en riesgo a la democracia, un riesgo que —según él— la IA puede amplificar de manera exponencial.

Atención: «Vamos a encontrarnos con cosas desagradables. Cuando un chaval le cuenta a ChatGPT sus problemas deberíamos preguntarnos si esto es ético y seguro y si debería regularse. El problema es que la empresas tecnológicas no quieren escuchar nada sobre regulación».

¡Ah! Y un libro escrito a medias con Daron Acemoglu, colega catedrático como él de economía en el MIT: «Poder y Progreso, Nuestra lucha milenaria por la tecnología y la prosperidad». 500 páginas en las que se repasan los efectos de los avances tecnológicos de los últimos mil años. Editado —cómo no— por Deusto en 2023. Me lo pienso leer. Ya está pedido. Ya os contaré.

Referencias: Entrevista en el XLSemanal.