Foto: Unsplash. Vitolda Klein

Llevamos varias entradas poniendo de manifiesto noticias indicadoras de que, poco a poco, tacita a tacita,  la conciencia de la toxicidad de la red en los niños, adolescentes y púberes va aumentando: libros, editoriales, noticias concretas van dando testimonio de que aquí y allá crece la preocupación ante los evidentes efectos negativos desde el punto de vista educativo y de la salud que, hasta hace muy pocos años, el papanatismo ciberoptimista calificaba como demonizaciones del neoludismo digital. Estos son algunos de los titulares que hemos rescatado del diario El Mundo esta semana:

Así murió el mito de los gurús tecnológicos. «Su gran legado será la erosión de la democracia». Tras ser idolatrados durante años, los dueños de las ‘Big Tech’ se han convertido en los detestados símbolos del capitalismo salvaje que emergió de la red: «El petróleo son hoy nuestros datos»

Historias. Las confesiones de la ingeniera que filtró las miserias de Facebook: «Mark Zuckerberg debe ir a la cárcel». Frances Haugen vuelve con un libro en el que cuenta su experiencia en la empresa, exige que se regulen las redes… y pide a su CEO que dimita de una vez. «Está rodeado por un grupo pequeñísimo de personas cuyo único trabajo es blindarle de la realidad y manipularle»

Hojeando /Zapeando. ‘Salvar el periodismo’, nueva consigna internacional. Un informe de la Asociación Mundial de Editores de Información (WAN-IFRA) pone en evidencia a Google y Meta por sus prácticas desinformativas

Tres de cada cuatro niños de hasta 12 años odian su cuerpo por la influencia de las redes sociales. Un nuevo estudio muestra que TikTok o Instagram suponen un «riesgo significativo» para la visión que los jóvenes tienen de sí mismos y pueden provocar problemas de salud mental. Entre 18 y 21 años se avergüenzan de su físico, incluso, ocho de cada 10.

Cada uno de ellos encierra una severa crítica al mundo digital y describe desde distintos ángulos la toxicidad de la red. Pero lo que los trae hoy aquí es otro editorial del periódico del pasado 12 de junio que aborda directamente el problema con este titular: «El uso de móviles en las aulas, un reto para la enseñanza«, y en él se cita la noticia que también aborda el periódico de que todo un pueblo, en Irlanda -Greystones, al sur de Dublín-, se ha puesto de acuerdo para prohibir los móviles a los chavales hasta los doce años.  Son 30.000 habitantes, no es una aldea… Se han tenido que poner de acuerdo siete centros educativos y toda una corporación municipal. Y parece que están encantados… Los padres, pero también los chavales que, incluso sin saberlo, descansan de la tensión que les producen. Mientras, en España, un 22% de los menores de 10 años dispone de un smartphone y solo Madrid y Galicia son las dos únicas comunidades que prohíben el uso de los móviles en el colegio.

Ya ven: empieza a ser innovadora la prohibición de la hasta ahora celebrada innovación. 

Referencias

Editorial de El Mundo