Una noticia más de esas que a la prensa le gustan porque son malas noticias. Ya hemos hablado aquí y aquí del sexting, anglopalabro que designa el subir, exhibir y difundir imágenes con contenido “íntimo” a la red. Una práctica relativamente corriente entre adolescentes y no tan adolescentes. Pero la noticia lo es en este caso, por la edad de los protagonistas: una niña de 13 años que realiza una aberrante grabación –en palabras de la policía- en la que participa otra de tan solo tres, la comparte por Whatsapp con un amigo de 14, que lo divulga entre los colegas de la misma edad, acabando el vídeo en Youtube compartido por miles de internautas de todas las edades hasta que la policía acaba eliminándolo impidiendo su completa viralización.

En el artículo, se recaban opiniones a los consabidos «expertos» «representantes de los sectores implicados» que  dicen algunas cosas que de tan manidas resultan tópicos casi sin sentido:  Isabel Menéndez, psicóloga de familia, sentencia que «la sexualidad indiscriminada entre nuestros jóvenes supone un problema»; para ellos no hay límites, no hay nada que esté prohibido, no hay filtros, no distinguen en la marea de referentes e información, lo bueno y lo malo. La policía insiste, como siempre, en que difundir, producir, vender o poseer material pornográfico en el que haya menores es un delito y aconseja, también como siempre, que los padres «deben concienciar a sus hijos de las ventajas y riesgos de internet». La representante de la Confederación de Padres afirma que« es necesario el control parental y estar con ellos porque sólo con control no sirve, se lo saltan. Y explicar a los hijos que una acción tiene sus consecuencias, también en internet», o que «los padres debemos formarnos para poder educar a nuestros hijos en las nuevas tecnologías».  Finalmente la articulista acude a internet para buscar datos y concluye que, según diversos estudios, el sexting se ha incrementado estrepitosamente. Ya está artículo compuesto y noticia dada. Otro episodio y a otra cosa.

Sonrío amargamente cuando leo todo esto y  se instala en mi espíritu educador y asociativo la melancolía de la impotencia. Porque ya me sé la respuesta social a estas afirmaciones: la sordera. El problema de la sexualidad indiscriminada de los jóvenes lo solucionamos ya desde hace años con los consabidos condones y, por supuesto, con que “hay que educar desde la escuela”. También debe ser la escuela la que se encargue de la concienciación sobre el uso de las nuevas tecnologías. Y lo de que los padres deben concienciar…, los padres deben formarse y formar…, los padres deben controlar y estar… Es como cuando se pedía a los padres que vieran la TV  en familia cuando las televisiones ya se habían extendido por toda la casa; o cuando se les dice que pongan el ordenador en un lugar visible o utilicen herramientas de control parental, cuando los chavales a partir de los 10 años ya tienen un Smartphone con conexión a internet 24 horas, 7 días a la semana. ¿Control?: ninguno.

Estamos demasiado ocupados escuchando las noticias, oyendo la cháchara de las tertulias, entretenidos por el variopinto espectáculo de las pantallas, distraídos en el Whatsapp de todos con todos.  Inasequibles a la reflexión de lo que está pasando. Sordos a las causas de las causas.

PD:Diez detenidos, la mitad menores, por difundir pornografía infantil en la red , 41 detenidos en una operación contra la pornografía infantil ,Dos detenidos por ofrecer dinero a menores a cambio de cibersexo , Dos detenidos por difundir un vídeo pornográfico con menores