Nosotros pocos, felices pocos, nosotros, grupo de hermanos;

Pues el que hoy vierta conmigo su sangre

Será  mi hermano; por villano que sea,

Este día le hará  de noble rango:

Y muchos caballeros de Inglaterra, que ahora están en la cama

Se considerarán malditos por no haber estado aquí,

Y les parecerá mísera su valentía cuando hable alguno

Que combatiera con nosotros el día de San Crispín…

(Enrique V en la obra “Enrique V” de William Shakespeare)

La famosa cita de la obra teatral de William Shakespeare sirve para resumir el reto vital vivido por la “Easy Company” del ejército estadounidense durante la segunda guerra mundial. Tras el éxito de Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998), Tom Hanks y Steven Spielberg deciden ampliar la memoria histórica norteamericana al revivir la travesía de la guerra europea de la unidad aerotransportada que tan brillantemente había relatado Stephen Ambrose en su libro “Hermanos de Sangre” (1992).



Durante diez magníficos episodios, esta miniserie nos pone en el punto de vista de los soldados americanos desde su proceso de formación hasta la conquista del territorio alemán en el famoso “Nido del águila” de Adolf Hitler. El interés de esta serie no se encuentra en su magnífica recreación de las grandes batallas europeas (incluida una inédita visión del Día-D desde la oscuridad de la noche), sino en la tremendamente triste y a la vez alentadora lucha por la supervivencia de unos soldados que combaten porque creen en una guerra “justa” ante el enemigo alemán.

La limitada visión de la película de Spielberg queda superada con creces en diez episodios que trasladan al espectador a las trincheras de la segunda guerra mundial. La identificación con los personajes, fundamentada gracias a un estupendo trabajo de guión, permite encariñarse a la audiencia con unos hombres que encuentran su lazo de unión en el barro y la sangre.



No hay visión edulcorada de la realidad. No hay buenos y malos. La guerra deja víctimas y revela agresores en todos los bandos, la lucha se convierte en un mal menor en el que todos los personajes tienen algo en común y sólo les diferencia una nacionalidad.

El cambio de punto de vista narrativo en cada episodio (vemos la visión del soldado, del sanitario, los altos mandos, etc.) enriquece una compleja estructura narrativa que tan sólo se simplifica ante los valores morales presentados: sacrificio por el otro,  mayores posibilidades de éxito.



Hermanos de sangre triunfó con la audiencia y la crítica al ganar seis premios Emmy y un Globo de Oro a la mejor mini serie, y se convirtió en el primer gran ejemplo de que la televisión podía contar mucho mejor una historia que el cine (tanto en la forma como en el contenido).

Un lujo. 
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella. 
P.S.: Gracias, Joseba por la reseña