Benedicto XVI ha publicado hace unos días un breve documento con el expresivo título de «Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital». Palabras mayores en relación con la Nube y las redes sociales que merecen la pena repasarse y pensarse despacio.
Tras equiparar la magnitud de la transformación social que ha producido el cambio radical de las comunicaciones con las que produjo la revolución industrial, afirma que «las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma». Nos hallamos, dice, «ante una vasta transformación cultural, […]un nuevo modo de aprender y de pensar, ante nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión».
Las nuevas tecnologías son asombrosas, de enorme potencialidad pero «exigen con creciente urgencia una seria reflexión […] sobre la complejidad de sus aplicaciones».
Un rasgo distintivo de lo digital es un compartir en el que se desdibujan las fronteras entre el productor y el consumidor de información. Sus rasgos positivos serían la valoración del acto de comunicar, el diálogo, el intercambio, la solidaridad, el crecimiento del ámbito de las relaciones personales, el superar las fronteras espacio-temporales y culturales. Sus límites, por contra, la interacción parcial, la tendencia a ocultar algunas partes del mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen artificial de un perfil público que nada tiene que ver con uno mismo, el buscar refugio en una especie de mundo paralelo…
Y al hilo de estos límites se hace las preguntas y reflexiones para mí más interesantes. Primero en cuanto a la verdad de las relaciones de la red social: «¿Quién es mi “prójimo” en este nuevo mundo? ¿Existe el riesgo de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo “diferente” al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida».
Y segundo, en cuanto a la verdad y profundidad de los contenidos: «Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la “popularidad” o la cantidad de atención que provoca. […] No puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial».
Finalmente, el Papa insiste en que hay que evitar a toda costa que el «desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común» que propicia la red y que es expresión de un anhelo masivo de relación y de búsqueda del otro, se convierta en «un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás».
Sorprendente conocimiento de lo que está pasando.
Gracias por la entrada. No me había enterado aún. He ganado tiempo. Gran blog.
Estupendo extracto. Vale la pena leer el «breve documento» del que Pepe nos facilita enlace.
Obviamente, Benedicto XVI dirige sus reflexiones a los cristianos (sin exclusión, al contrario, de los no cristianos o no creyentes en Cristo). Ésta es la literalidad de la última reflexión de su mensaje:
«Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones, ofrecen que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás. Por el contrario, los creyentes animan a todos a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, vida auténticas, dignas de ser vividas. Esta tensión espiritual típicamente humana es precisamente la que fundamenta nuestra sed de verdad y de comunión, que nos empuja a comunicarnos con integridad y honradez».
José Luis
MIS DISCULPAS: he «cortado y pegado» mal las palabras de Benedicto XVI. Son éstas:
«Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones, ofrecen una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás. Por el contrario, los creyentes animan a todos a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas. Esta tensión espiritual típicamente humana es precisamente la que fundamenta nuestra sed de verdad y de comunión, que nos empuja a comunicarnos con integridad y honradez».
José Luis
Gracias por tu visita, José. Enseguida me daré un paseo por tu blogosfera. Un saludo.
Sin embargo, José Luis, más allá de la fe, hay un excelente análisis de las potencialidades y los riesgos de la nueva tecnología de la comunicación y un mensaje universal a todo usuario reflexivo.
Tienes razón en lo que apuntas y no le he obviado al escribir: «sin exclusión, al contrario, de los no cristianos o no creyentes en Cristo».
Su «análisis» de internet tiene un valor reflexivo de alcance universal, en efecto, pero su «mensaje», a mi entender, está centrado en las potencialidades de la comunicación digital para dar noticia y testimonio de la verdad cristiana. Dice esto:
«La Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales».
José Luis.
Hola Pepe
Soy Santi. Al final he podido entrar, aunque no identificarme. Confieso que no soy imparcial con Benedicto desde que en una de sus primeras intervenciónes exigió que las obleas mantuvieran en su composición un porcentaje de harina de trigo. Me parece retrógrado, incomprensible, injusto y hasta cruel. Tampoco entiendo muy bien que José Luis diga que Benedicto dirige sus reflexiones a los cristianos sin exclusión, al contrario, de los no cristianos o no creyentes. Me gustaría creer que no está juzgando a todos en bloque, porque no todos los cristianos son iguales, ni los no creyentes tampoco. Y si se refiere a que la intención de Benedicto es excluir a los no cristianos, tampoco me parece adecuado. Si lo he entendido mal, pido disculpas, pero insisto en que no soy muy objetivo. Un abrazo y enhorabuena por tu blog
Hola, Santi:
No sé si me has entendido mejor o peor, pero no hay nada de qué disculparte. Yo tampoco soy lo objetivo que desearía, si bien lo intento hasta donde puedo.
Aquí sí que puedo darte gusto con seguridad: en mis palabras no he querido juzgar a nadie: ni en bloque, ni aisladamente.
Es interesante lo que relatas, y si, en efecto, así se produjo el hecho, desconozco la razón por la que Benedicto XVI «exigió» determinado porcentaje de harina de trigo en las «obleas», pero me voy a interesar en averiguarla. Lo que lamento (profundamente) es que este mero hecho te hiciera perder la imparcialidad hacia él, pasando a parecerte «retrógrado, incomprensible, injusto y hasta cruel».
En fin: ¿juzgar, opinar, creer, sentir, ….? …. ¿es lo mismo todo? ¿tiene el mismo valor?
José Luis.
P.D. Me pasa como a ti: sé entrar pero no consigo poner mi nombre en azul como los demás, por eso firmo, pera no quedarme en anónimo.
Bienvenido al Blog, Santi. Gracias por tu visita.