Ayer hablábamos de las marcas que consumimos y nos consumen en ese juego simbólico en el que somos las más de las veces marionetas con el único mando, el de la tele, con el que vamos pasando de logo en logo, de cadena en cadena, encadenados a la ilusión de tener la libertad de apretar un botón.
Las marcas las construyen los expertos en márquetin poniéndonos a nosotros en su microscopio y extrayendo de nuestras aspiraciones, nuestros sueños y nuestras debilidades la materia prima con la que envolver después los productos convertidos en deseos. Luego somos nosotros los que trabajamos para ellos compitiendo para satisfacerlos más que los demás, más pronto que los demás y más caros que los demás. Trabajamos gratis consumiendo nuestro tiempo en consumir las marcas. Trabajamos pagando para poder obtener lo que nos venden. Trabajamos otra vez gratuitamente paseando nuestras marcas para que los demás nos envidien y quieran consumir lo mismo que nosotros hemos consumido.
Ahora esto se acabó. Ya no vamos a trabajar gratis. Por fin a alguien se le ha ocurrido el modo de cobrar por consumir. En patrocinamivida.com los consumidores pueden acudir en busca del patrocinio de las marcas. Se trata de encontrar a una marca dispuesta a regalarme su producto con el compromiso de mostrar sus ventajas y excelencias a mis contactos. Ya comentamos en otro post el efecto vírico de las redes sociales por el que un mensaje afortunado puede tener un recorrido lo suficientemente largo para que una marca se plantee posicionarse allí para ser consumida. Ahora Mauricio González ha convertido ese efecto en una llamada para que «las marcas comerciales pueden patrocinar el ciclo de vida de alguien que comparte de forma natural su experiencia con sus contactos en Redes Sociales».
Gracias a patrocinamivida.com nos hemos elevado de categoría pasando de simples consumidores paganos a prosumidores: consumimos y a la vez producimos. Es decir, lo mismo que antes, pero por lo menos ahora nos pagan.
A Mauricio se le ve muy contento presentándonos de forma muy natural el juguete electrónico que la marca le ha regalado. Sin embargo, viéndolo, la sensación que me transmite no es la de un usuario más libre que ha conseguido producir desde el consumo, sino la de un consumidor doblemente consumido.
Y es que si el hecho de que un actor o un deportista famoso utilice su fama para construir una imagen para ser vendida no he podido evitar sentirlo siempre como un cierto acto de prostitución personal, ver al hombre común haciendo lo mismo me parece aún más patético. Quizás sea la ausencia de glamur. O quizá sea que la vida es de lo poco que todavía quedaba fuera de la funesta y aburrida noria del consumo.
Utilicen las pantallas, no las consuman o serán consumidos (patrocinados) por ellas.
De entrada, el sintagma “patrocinamivida.com” me ha hecho pensar en un escenario de solidaridad social en el que de algún modo (no sabía de qué iba la cosa) la vida de alguien es becada, ayudada a desarrollarse, o bien recibe ayuda para superar una adversidad fatal, no sé, un escenario tipo “Ustedes son formidables” de nuestro insigne Alberto Oliveras.
De seguida, he pinchado en “play” y he visto el vídeo. Como seguía sin enterarme bien de qué iba la cosa, lo he visto una segunda vez … con el mismo resultado.
De final, he leído el post … y aún sigo conmocionado. Podré equivocarme pero no me cabe la menor duda de que “la cosa” no ha nacido de los “beneficiarios” aspirantes a “patrocinados” sino de los departamentos de márquetin de los productores. Es el huevo de Colón: un hombre o una mujer anuncio, pata negra, les cuesta un pastón y sólo tiene impacto en un medioambiente que cuesta varios pastones más (publicidad estática, sets multimedia, medios de comunicación, …..) y que, por lo demás, anda algo saturado de estímulos: las marcas deben competir y sólo disponen TODAS de estos “únicos espacios”, de estos “mismos espacios” para hacerse presentes. Los MAURICIOS en cambio son la ciber realidad, son el mundo entero y verdadero, y ¡son tan baratos! …….
Se habla del mal resultado que la publicidad insertada en el transcurso de una sesión de Internet ha cosechado: resulta molesta para todo tipo de usarios, a todos interrumpe su delirio virtual; el márquetin no ha dado en el clavo esta vez. Primer intento, fallido.
¿Qué hacer?: Pues inventar MAURICIOS. Serán patéticos, sin duda, si el referente es el estándar de perfección visual de la publicidad, pero como no lo es, como los departamentos de publicidad han inventado la publicidad sin presupuesto, sin creativos, sin soportes, sin modelos, sin campaña, sin tarifario horario, …..
Los MAURICIOS serán el boca a boca, el ¡mira, mira! que las marcas estaban necesitando (sin necesidad nada es creado) para publicitarse en las redes. ¡Las redes tal como son y tal como se usan! Eso sí es la aurificación de Internet.
Por supuesto estoy de acuerdo con Pepe, en que es patético advertir cómo los “patrocinados”, encarnados en Mauricio, se prestan “gratis” (porque gratis no es asumir la contraprestación de ponderar las excelencias de un producto, pero sí lo es para la marca) al juego de márquetin que tal vez no perciban.
José Luis.