De nuevo me distancio de la rabiosa actualidad y comento imágenes ya caducadas. Desaparecidas. Aunque su emisión haya dejado una huella en todos nosotros enrareciendo una vez más, un poco más, el medioambiente simbólico y, por tanto, nuestras vidas. Empobreciendo un poco más nuestra mirada, insensibilizando un poco más nuestra pobrísima sensibilidad.
Hace unas semanas, A3 TV abrió dos días seguidos su telediario con las imágenes repetidas hasta cuatro veces de una patada y unos puñetazos como primera noticia nacional. No me quedé a ver la repetición de la jugada en el interior, así que supongo que la repetirían. La imagen en general tiende a tapar con su visibilidad cualquier otra expresión de información o ideas. En una cultura de la imagen, en la que lo que no se ve “no sale en la foto”, lo que se mira puede llegar a impedirnos ver todo lo demás. Las imágenes son un problema. El aspecto visible de los acontecimientos no explica su esencia. Los hechos realmente serios no son representables en imágenes. Siempre estarán primero los incendios, disturbios, violencias, catástrofes, guerras,… lo dramático.
Ya pasó hace unos meses: las cámaras del metro captaron una paliza y los medios “informativos” se lanzaron como buitres a la emisión continuada del vídeo repitiéndolo hasta la saciedad y convirtiéndolo en primera noticia del día, de la noche y del día siguiente.
Y ha vuelto a ocurrir: los telediarios ―que no informativos― han considerado que diez segundos de imágenes de una patada y unos puñetazos, son la noticia de apertura, la noticia de cabecera, la noticia de captura del espectador. Las televisiones no precisan las noticias, están en el suceso, el espectáculo, lo obvio. Con razón afirma Ramonet que «30′ de telediario equivaldrían a una sola página de un diario serio. La persona que se dice: ‘me voy a informar seriamente viendo el telediario’, se miente a sí misma, porque no quiere reconocer que se deja llevar por su propia pereza. Informarse es un trabajo. Nadie te lo da todo hecho.»

«Yo no veo la televisión: sólo veo los telediarios», dice la famosa disculpa convertida ya en tópico. Muchos siguen creyendo que ver el telediario no es ver televisión. Creen que es algo serio. Necesario. Imprescindible para saber qué ocurre en España y en el mundo. Pero es la basura informativa la más telebasura de la programación porque mientras la cutrez del petardeo ya no engaña a nadie, el telediario y sus bustos parlantes se disfrazan todavía de periodismo serio y de neutralidad.
Que no le engañen. Esa patada no es sólo una agresión a nuestra sensibilidad, lo realmente malo es que no es noticia, no tiene ningún contenido informativo, es una realidad local que no nos explica nada de nosotros mismos.  Es puro papel atrapamoscas para que se quede prendidos nuestros ojos. Es un puro negocio. Esa patada es una patada  a nuestra mirada y a nuestro derecho a la información.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella y por su falta de información.