Gérard Imbert, El transformismo televisivo,Postelevisión e imaginarios sociales, Cátedra, Signo e imagen, nº 114, Madrid, 2008 (III)
¿Realidad, simulación, otra realidad virtual? En cualquier caso una visión nada inocente que nunca es para todos los públicos.
«¿Es real lo que vemos todos los días en la pequeña pantalla? O es un espacio de simulación, no en el sentido de disimulo, engaño, alienación ―antítesis de la realidad― como quería la teoría marxista, sino simulación en el sentido cibernético…: experimento, simulacro de realidad, creación ex nihilo de una realidad representada alternativa a la realidad social, recreación de «otro presente»
En realidad ―valga la redundancia―, la realidad ofrecida por la televisión … es otra realidad, de orden virtual, porque la televisión crea una realidad otra, que remite a lo imaginario, es un espacio autosuficiente, con sus leyes internas, su propia lógica.
Es un espacio turbio … donde todo está permitido, donde no hay acción sobre lo real ni consecuencias para el sujeto … un espacio poroso, turbulento (págs. 39-40)
Donde parece que siempre se habla de otra cosa que la realidad, … donde incluso parece que cada vez más, se le da la espalda a la realidad, como en un «laboratorio de pruebas» donde se experimentarían nuevas formas de realidad.
Lo grave es que esto afecte al discurso sobre el mundo, en particular para el público infantil: que se diluya la frontera entre lo informativo y lo lúdico, entre la realidad y la ficción, que se convierta en un todo espectáculo… Entonces resulta difícil distinguir… la copia del original, y desentrañar lo verdadero de lo falso; porque estamos ante la «copia total» (Vicente Verdú), en el espacio de lo verosímil, del simulacro.
Un paseo nada inocente, ni para todos los públicos, bárbaro a veces, arcaico incluso. (Pág. 41)
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.