Ante la tragedia de Haití, escribimos un post en el que comentábamos  cómo la reacción mediática no nacía de la tragedia misma, sino de la misteriosa y caprichosa agenda de la actualidad. Si la catástrofe haitiana ponía de manifiesto el capricho de los medios, hoy Pakistán pone en evidencia una vez más sus carencias en el tecnológico mundo de la información.

Después del grito mediático que provoca la conmoción masiva que supuestamente nos conmueve, la noticia envejece y la actualidad se traga a la actualidad. Los fotógrafos se van, la prensa se va y, sobre todo, se va la televisión, y  con ellos nos vamos todos. Haití abandona nuestras salas de estar y nuestras preocupaciones se desplazan a los vaivenes de Sálvame. Haití pasa de nuevo de nuestra retina al anonimato cotidiano de la dura subsistencia en la que vivían antes de la catástrofe, antes de los medios, sin que nadie les vea: Haití ha recibido hasta la fecha menos del 20 por ciento de la ayuda financiera para la reconstrucción prometida para este año por la comunidad internacional en la conferencia de donantes de marzo pasado.

Pakistán ha sido siempre anónimo: ha estado en los medios, pero los medios no han estado allí. El ojo que todo lo ve y en el que todos miramos no ha convertido la tragedia en espectáculo conmovedor  y, sin embargo: doscientos millones de personas han perdido su casa y sus cosechas, quince millones de personas están en situación desesperada y millones de niños en riesgo de desnutrición y enfermedad ante la falta de alimentos y de agua potable; se han perdido  más de 3,4 millones de hectáreas de cosechas, en un país de 170 millones de habitantes que obtiene lo esencial de sus ingresos de la agricultura; millones de personas evacuadas de los pueblos y grandes ciudades siguen abandonadas a su suerte, aún cuando el nivel del agua comenzó a bajar desde hace días.

El silencio mediático y el grito mediático. La evidencia de las imágenes y la invisibilidad de lo que no muestran. Caminamos por un mundo construido por los medios  en nuestro cerebro, mientras el mundo real sigue girando sin nosotros saberlo.

Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella. Y si quieren informarse, trabajen buscando información fuera del espejismo.