No hay ni un solo estudio científico que certifique el beneficio de las pantallas (videojuegos, internet, tabletas, pizarras digitales, ordenador, televisión, móviles) para el aprendizaje por sí mismas, es decir, más allá del que proporcionan –utilísimas– como cualquier otra herramienta pedagógica (el lápiz, el libro, el boli o el papel).
Y, sin embargo, son constantes los estudios y las opiniones de los expertos que refieren las dificultades que plantean para el desarrollo tal y como corroboran el sentido común y la observación directa y cotidiana.
Nacho Calderón, del Instituto de Neuropsicología y Psicopedagogía Aplicadas y autor del libro Educar con Sentido, acarrea más madera para este tren en una entrevista de Aceprensa
Respecto del desarrollo temprano: tres consejos:
1) «Intentar pasar el mayor tiempo posible con ellos» (más familia)
2) «Jugar, jugar y jugar» (obviamente juego físico que es el que anula o disminuye alarmantemente el electrónico)
3) «Minimizar, y en medida de lo posible, eliminar el uso de pantallas (tablets, móviles, TV y ordenador)» (“Eliminar” ¡vaya verbo!)
“«–¿tan perjudiciales pueden ser las pantallas? (pregunta el entrevistador)
–— Las pantallas están haciendo estragos en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños. Por un lado, está el perjuicio directo que esos aparatos provocan sobre el desarrollo neuropsicológico: las pantallas, y particularmente las que emiten luz azul –tablets y teléfonos móviles– tienen un efecto hipnótico sobre el que está mirando. Desconectan gran parte de la corteza prefrontal del resto del sistema nervioso y los niños quedan literalmente enganchados. Esto tiene consecuencias en su conducta: les hace más agresivos, dependientes de la “hiperestimulación” a la que han sido sometidos y con significativas mermas sociales. Por otro lado, están los efectos indirectos, que en realidad son tan nocivos como los directos: me refiero a que mientras un niño está frente a una pantalla, no está jugando, que es lo más importante es su desarrollo cognitivo, emocional y social.»
Lo dicho: más madera.
A ver si los padres, la sociedad, los colegios, la Administración, acaban viendo lo evidente antes de que arda.