Estoy firmemente convencido de que somos personas y de que esa condición de personas se realiza en el encuentro con los demás. Crecemos a través de las relaciones. Y en la relación, ya lo hemos contado aquí en alguna otra ocasión, es fundamental la mirada del otro. El encuentro y la mirada que conlleva son un tipo de relación fundamental que nos permite existir como personas. Somos personas, pero no podemos desarrollar la personalidad sin el encuentro y su mirada. El yo sólo puede descubrirse frente a un tú.  La mirada del otro nos humaniza.

Un ejemplo sencillo, pero muy profundo de lo que quiere decir el encuentro personal y su enorme riqueza es lo que nos descubre Teresa de Calcuta con su actitud ante los moribundos de la calle, los más desheredados de la tierra: la riqueza del gesto no está en proporcionarles un ámbito material más digno para morir. Lo que les permite morir con dignidad es el encuentro con la mirada de otro ser humano; esos ojos humanos llenos de humanidad que humanizan a quien miran.