Artur Domoslawski escribió hace unos meses una biografía con ese título. 
Me basta para escribir unas líneas sobre la levedad del ser del periodismo contemporáneo al confrontarlo con un peso pesado del periodismo más auténtico como fue Kapuscinsky.

Hoy, efectivamente, la información es sobre todo ficción.

Lo es desde el momento en que el periodismo ha decidido ser juez y parte y se ha pasado al otro lado de la noticia para formar parte de ella pisando la moqueta de los despachos y dejando su tarea fundamental de análisis y crítica elaborada bajo la lluvia inmisericorde de la calle.

Lo es desde que para competir con la imagen ha vaciado su discurso y se ha llenado de imágenes.

Lo es desde que para rivalizar con la inmediatez de la Red, ha claudicado de su función de mediador imprescindible para convertirse en una simple correa de transmisión más de la superabundancia mediática.

Lo es, sobre todo, en el sentido de que el mundo que nos trasladan los medios es una creación de los propios medios más que un intento de reflejar la realidad.

Ryszard Kapuscinsky escribía relatos de ficción transmitiendo información y realismo. El periodismo actual utiliza la estructura de la noticia y sólo alcanza a construir ficciones.