Si en el post anterior, nos centrábamos en el tema educativo y en la influencia de las TICs en la memoria, en segundo lugar, Marina se aproxima a los efectos emocionales y sociales del uso de las redes sociales y los smartphones.

Primero, la evidencia de que para adquirir habilidades sociales es necesario ejercitarlas y la conectividad virtual no  está favoreciendo demasiado su ejercicio. Aparece, como referencia nuestra conocida Sherry Turkle. “En el mundo emocional sucede lo mismo. Nos permite estar siempre socialmente conectados, pero a través de un medio virtual. Las relaciones presenciales comienzan a hacerse pesadas, complejas, e incomprensibles. Sigo desde hace años la obra de Sherry Turkle, profesora del MIT, es decir, del gran vivero de innovación tecnológica, que lleva treinta años estudiando la repercusión psicológica del uso masivo de nuevas tecnologías. Es autora de una trilogía imprescindible: El segundo yo (es decir, el ordenador personal), La vida en la pantalla (sobre el atractivo de la vida virtual) y Alone Together (sobre el nuevo sentido de la intimidad, de la soledad y de la compañía). Parece que está cambiando la idea de identidad personal y de relación social.

Estudios de la Universidad de Stanford muestran que se está reduciendo drásticamente el tiempo dedicado a interacciones personales directas, lo que puede ir debilitando las redes neuronales dedicadas a la vida social real. Ayer, en un restaurante, una familia comía cerca de mí. Los padres y dos hijos adolescentes. Cada uno estaba pendiente de su móvil, y no creo que cruzaran más de veinte palabras entre ellos.”

Lo dicho: lo que no se usa, se oxida. Ya no sólo está costando más la relación presencial en la que la mirada, la voz, los gestos constituyen todo un complejo, exigente y riquísimo sistema relacional que hay que aprender a utilizar usándolo…, sino que la misma conversación telefónica que suprime la presencia y la mirada, pero en la que todavía el tono de voz y las respuestas inmediatas exigen de los intervinientes el esfuerzo de captar matices y el riesgo de equivocarse, está siendo sustituida por la comodidad y la seguridad del ocultamiento detrás del texto breve del Whatsapp y sus emoticonos.

Más adelante, otra nueva referencia bien conocida en nuestro blog, en el que hemos glosado ampliamente su libro, es traída a colación por Marina para alertar del riesgo de ir dejando en manos del entorno digital las decisiones que nos hacen ser humanos y crecer como personas:Jaron Lanier, una gran figura de la tecnología, reconocido como una de las personalidades más influyentes del mundo en 2011 por la revista Time, inventor de la tecnología de la realidad virtual, alerta de la dilución del individuo en la “inteligencia colectiva informática”, en su libro titulado Contra el rebaño digital. Cabe la posibilidad de que renunciemos voluntariamente a tomar decisiones, y se lo encomendemos al sistema digital”.

Va concluyendo su artículo. Y para ello, sintetiza algunas conclusiones. Primera: que no nos ciegue el ciberoptimismo. Es imprescindible asumir como reales las dificultades que la tecnología plantea si queremos encauzarlas y ponerles remedio. “Todas estas dificultades pueden resolverse, si nos damos cuenta de que son dificultades. Por eso conviene llamar la atención sobre ellas. Las TIC han llegado para quedarse, -la frasecita de marras…- cada vez serán más poderosas e inteligentes, y nos obligarán a desarrollar un nuevo modo de inteligencia capaz de aprovecharlas bien.”

Segunda: para manejar la tecnología hay que fortalecer la inteligencia, amueblar bien la cabeza, educar las emociones y los afectos, … ser en definitiva, una persona bien formada e integrada. La herramienta no nos va a hacer mejores. Nosotros haremos buena la herramienta: “Para conseguir el máximo provecho de las TIC sin depender excesivamente de ellas, conviene fortalecer las “funciones ejecutivas” de la inteligencia humana. Es decir, que la capacidad de dirección, de elección, de toma de decisiones debe estar en el sujeto, que sabrá manejar adecuadamente la información, esté en su memoria neuronal o en su memoria informática. Enfocada de esta manera, la función principal de la inteligencia no es manejar información, sino manejar la información, las emociones, las motivaciones, las fortalezas necesarias para tomar decisiones adecuadas y realizarlas. […] La acción es la culminación de la inteligencia, y todo lo demás, TIC incluidas, son servidores útiles. Si tenemos esto claro evitaremos la excesiva dependencia de las máquinas, sin dejar de aprovecharse de ellas.

Y finaliza con una nueva referencia a Nicholas Carr y su último libro que ya hemos leído y estamos trabajando ahora para traerlo también a nuestro blog: “En su reciente libro Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas, Nicholas Carr recuerda que en 2013 la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos dirigió a los pilotos un comunicado en el que les pedían que utilizaran las operaciones de vuelo manuales cuando fuera posible. Varios graves accidentes habían revelado que el exceso de automatización podría llevar al deterioro de la capacidad del piloto para «sacar eficazmente a la aeronave de una situación no deseada». Es un buen ejemplo para comprender las ventajas y los riesgos de las TIC. Los sistemas informáticos han aumentado espectacularmente la seguridad de los aviones, no sólo mediante los sistemas de vuelo, sino también gracias al uso de “simuladores de vuelo” para el aprendizaje de los pilotos. Pero pueden convertirse en un peligro si los pilotos olvidan que ellos son la “inteligencia ejecutiva” del aparato. Pues lo mismo nos pasa a todos.”

O dicho de otro modo: cuanto más listo es el ordenador, más tonto puede llegar a ser el usuario que se abandona y se ablanda dócilmente en sus utilidades.

Referencias

Artículo completo

Artículo de Marina citado por él en el reseñado más arriba

Posts dedicados a Nicholas Carr

Posts dedicados a Sherry Turkle

Posts del blog dedicados a Jaron Lanier