No recuerdo dónde leí que a alguien le parecía bastante probable la existencia de un vínculo entre el ascenso de las emociones y el creciente reinado absoluto de la opinión pública a escala global, y que ese vínculo viene determinado por el poder de los medios de comunicación.
Por eso, mi desconfianza casi visceral y políticamente incorrecta a la integración actual de los dos términos contenidos en el concepto Inteligencia emocional en un mundo de postmodernidad en el que las emociones son completamente hegemónicas respecto de la razón.

La sobrevaloración de la imagen como soporte casi único de las ideas frente al lenguaje verbal está también fuertemente vinculada a la misma corriente.

Todo el mundo siente, todo el mundo ha dejado de pensar.