No recuerdo dónde leí que a alguien le parecía bastante probable la existencia de un vínculo entre el ascenso de las emociones y el creciente reinado absoluto de la opinión pública a escala global, y que ese vínculo viene determinado por el poder de los medios de comunicación.
Por eso, mi desconfianza casi visceral y políticamente incorrecta a la integración actual de los dos términos contenidos en el concepto Inteligencia emocional en un mundo de postmodernidad en el que las emociones son completamente hegemónicas respecto de la razón.
La sobrevaloración de la imagen como soporte casi único de las ideas frente al lenguaje verbal está también fuertemente vinculada a la misma corriente.
Todo el mundo siente, todo el mundo ha dejado de pensar.
Yo creo que el sentir es un aspecto fundamental, pero matizado: hablo más del desear, de lo que realmente mueve a uno, si está bien orientado. Desear elegir lo más pleno.
Sentir por sentir no es más que una forma más de horizontalidad y atadura. No conduce, no nos hace evolucionar.
Creo.
Un abrazo.
Dice de mí el hijo adolescente de una amiga, que soy «un motivao». Noto que lo dice como aprobación, como algo bueno, y pienso si «motivao» no será el relevo que los chicos le han dado a aquello de eres «guay» que, por cierto, hace tiempo no oigo en el ambiente. Por ejemplo en casa a mis hijas.
Ma trae esto a la cabeza (no sé porqué) «el desear» que Negrevernis ve como una matización importante del sentir. Comparto su reflexión. Aunque me pregunto qué puede hacer con los términos que utiliza en la misma, un tipo transtornado al modo de los que nos dibuja Pepe:
«sentimiento, deseo, motivación, referencias válidas, plenitud, mera humanidad, falta de libertad, evolución personal», si, prácticamente, no le da ya uso a la razón.
Pepe, no sé si no vas pelín pasao de frenada en esta entrada; ¿cómo que «Todo el mundo siente, todo el mundo ha dejado de pensar»? Primero no entiendo la hipótesis del anónimo citado, y luego no pillo tu personal controversia con la «inteligencia emocional». ¿Tan radicales te parecen las cosas?
Perdón: me hago mayor sin casi notarlo.
José Luis
Suelo observar que la estrategia, creo yo «literaria» y provocadora, del patrón de buscar la rotundidad en la formulación de hipótesis, suele sumir a José Luis a menudo en la estupefacción interpretando el intento de golpear de la palabra como sinónimo de radicalidad.
Yo sí entiendo el vínculo apócrifo entre emoción y opinión pública. Todo el entorno mediático está orientado a pulsar las emociones y no a incentivar la reflexión: su máxima expresión que es la tele da ejemplos sobrados desde los debates a las series, pasando por los deportes con su lenguaje épico bélico y la creación de figuras de fama y dinero.
No son buenos tiempos para la reflexión y la opinión pública se mueve como masa emocional más que como pensamiento individual racional. De ahí, supongo la desconfianza a potenciar una «emocionalidad» supuestamente dormida en un tiempo en que todo es, sobre todo emoción. Porque, no nos engañemos, tras la bondad -que la hay- del hallazgo de la «inteligencia emocional» hay mucho ganso que se apresura a interpretarla como un elemento más de la irracionalidad posmoderna. Por supuesto que el sentir es fundamental, como dice Negrevernis, pero hoy el sentimiento está claramente sobredimensionado.
¡Gracias, Verbum! Esa es la palabra: estupefacción.
Sentir horizontal y deseo motriz. No desde una visión científica, sino poética creo que es cierto. El sentir nos viene dado, el desear parece implicar acción.
José Luis: desde ahora serás «el motivao…estupefacto».
Amigo Verbum, creo que por ahí iba el texto de mi post: son malos tiempos para el pensamiento.
Trataremos de contrarrestar con el pensamiento emocionado, mejor que con la inteligencia emocional.
probando … probando
Ya. Con fotico me gusta más.
Ahora sólo me queda reencuadrarme (te voy a copiar la idea, Negrevernis) porque es verdad que dadas las microdimensiones que permite el programa para firmar con foto, lo importante es lo de siempre: los ojos, la mirada. Lo demás es fácil de adivinar.
Confieso que la firma gráfica de Negrevernis me fascina. El ventanuco por el que mira al exterior es del todo mágico: preserva la cantidad exacta de misterio; deja adivinar que está sonriendo y es feliz; indica actitud de observar todo y a todos; y, sobre todo, transmite simpatía.
Para aclarar lo que verdaderamente se esconde tras conceptos tales como «sentimientos», «emociones», «razón», «conducta» o «motivación», me gustaría recomendarles la siguientes publicación:
http://fibonacciyelalmahumana.com