Desde 14:21 hasta 17:41
Animados por los excelentes comentarios de José Luis y, hoy, también de Verbum nos vamos encaminando poco a poco al final de nuestra deconstrucció. Pero atención, vuelven Punset y Prensky en su profunda disección del cambio. Fundido en negro. Punset y Prensky, entrevista.
Punset.- «¿Traduciría correctamente lo que estás diciendo si dijera que experiencias diversas comportan estructuras cerebrales diferentes y que la estructura cerebral de alguien que ha crecido con los videojuegos es diferente de la del que no lo ha hecho, …que es distinta?»
Prensky.–«Sin duda es verdad lo que dices. Pero lo que todavía no sabemos es cómo y qué significa. Hasta la fecha nuestros conocimientos sobre el cerebro son todavía muy escasos en ese campo. Lo que sí sabemos es que independientemente de cuáles sean, las experiencias que vivimos influyen en nuestro cerebro. Así como los músicos tienen cerebelos de mayor tamaño, si repetimos algo una y otra vez, esta repetición influirá en nuestra capacidad de hacerlo. Los aficionados a los videojuegos suelen tener mejor visión periférica, muestran una mayor concentración, una mayor concentración visual, quizás tengan mayores habilidades para la resolución de problemas, no lo sabemos.»
[Ya lo creo que es distinta. Somos lo que comemos, pero también somos lo que vemos, lo que hacemos. Cada vez está más claro que nuestro cerebro es el resultado de nuestros actos. Invertir horas en leer, estudiar, hacer deporte, salir con los amigos, vivir… nos proporciona una estructura cerebral adecuada para la vida. Estar horas y horas ante una pantalla, dándole al clic-clic, puede que nos de mayor concentración visual y podamos ser excelentes pilotos de combate –si estudiamos, además, física y mates–, pero no mejores personas. Desde luego ya le puedo asegurar yo que entre mis alumnos con muchas horas de plasma en su mirada y callos en los pulgares, capacidad de concentración fuera de la pantalla, ninguna.]
Punset.– «Es fantástico, ¿no? [¿¿¿Qué es lo que será fantástico???] En cualquier caso, sí sabemos que los taxistas de Londres tienen un hipocampo de mayor tamaño que cualquier ciudadano medio debido justamente a que tienen que aprender todo eso de memoria.
[Una capacidad, por cierto, que el uso de los navegadores –una pantalla– estará seguro haciendo desaparecer por inútil. Es un buen referente para recordar: si no tengo pantalla, mi esfuerzo desarrolla una parte de mi cerebro para memorizar nombres, rutas y espacios. Si utilizo el navegador, esa parte de mi cerebro se atrofia porque ya no la necesito. ¿Nos está haciendo Google más estúpidos?, se preguntaba Nicholas Carr. ¿Cuanto más dependo del ordenador, me vuelvo más tonto?]
«Hay otra cosa que preocupa mucho a la gente ¿sabes? Tienden a decir, bueno… Los nativos digitales tienen tantas pantallas, la del vídeo, la del teléfono, la del ordenador que son incapaces de mantener la atención. No saben concentrarse en un problema único. ¿Qué opinas?»
Prensky.– «No creo. Pienso que se pueden dar distintas respuestas a esta pregunta. Creo que no es una pregunta fácil. En primer lugar, lo más importante para una persona joven, igual que para una mayor es la atención. La gente que presta atención a muchas cosas a la vez ha aprendido a dividir su atención y por eso comenta: “Vale, no necesito centrarme únicamente en esto porque puedo hacerlo igual”. Hemos llevado a cabo experimentos en es ese sentido. Uno famoso es aquel en el que hay unos niños que solo ven la televisión, se trata de niños pequeños, y otros que ven la televisión, pero están delante de un videojuego… Tanto unos como otros saben perfectamente qué está pasando en la televisión porque la mayoría de las cosas no requieren toda nuestra atención. Lo que requiere toda nuestra atención es el tiempo o las urgencias porque se produce una gran descarga de adrenalina que nos exige que nos centremos. Pero en la mayoría de los casos, la gente lee varios libros a la vez, hace distintas cosas a la vez, piensa en varias cosas simultáneamente, escucha música, conduce… Nuestro cerebro es muy poderoso y creo que es una idea muy equivocada pensar que tenemos que centrarnos únicamente en hacer una cosa a la vez»
[Es cierto. Por eso ellos dos, mientras se preguntan y responden, están mirando la pantalla del móvil y tienen puestos los auriculares del IPod. ¡Ah, perdón, es que ellos son emigrantes, no nativos…!
Es verdad que nuestro cerebro es muy poderoso. Es cierto que lleva a cabo miles de operaciones que una vez aprendidas, se convierten en un acto reflejo, inconsciente. Es verdad que hay actividades que, obviamente, no exigen toda nuestra atención y que son compatibles con otras: esa era una de las características de la radio. La tele, la mala tele, también lo es. Como es para tontos, no nos pide TODA nuestra atención, aunque es más exigente que la radio. Con ella ya hay algunas cosas que no podemos hacer simultáneamente. No es fácil mantener un diálogo personal con la tele encendida, por lo que es aconsejable apagarla si queremos que la comida familiar lo sea de verdad, por ejemplo. Pero a medida que lo que hacemos nos exige más atención, la multitarea se va haciendo más y más difícil hasta llegar a ser completamente imposible. Estudiar, por poner otro ejemplo, es una actividad que exige una concentración a la que las pantallas oponen resistencia.
Acostumbrarse a estar haciendo varias cosas a la vez, es acostumbrarse a actuar de manera distraída. No nos dota de más capacidad de concentración, sino de menos. Podemos hacer varias cosas a la vez, pero no enterarnos a la vez de que las hacemos. Lo de la supuesta generación multitarea es otro de los grandes tópicos contemporáneos.]
«Peligrosa» pregunta la que le lanza al experto -de forma suave, como él es- nuestro Punset. Estoy convencido de que no hay intención de ser ambiguo en su formulación, pero lo es. Y la ambigüedad engendra confusión y parálisis, inhibición: supone un contra valor educativo.
Comienza Punset: ¿Traduciría correctamente lo que estás diciendo si dijera que experiencias diversas comportan estructuras cerebrales diferentes?….. Nótese que no es propiamente una pregunta sino un mero introito, una preparación para la que de verdad le interesa formular. Concluye: … ¿y que la estructura cerebral de alguien que ha crecido con los videojuegos es diferente de la del que no lo ha hecho, …que es distinta?»
El introito utilizado supone una pura obviedad que ni siquiera precisa la confirmación que la actual neurociencia ha venido a darle tras constatar empíricamente la neuroplasticidad de las «redes neuronales» como respuesta a nuestra diversa actividad psicofísica. De toda la vida de dios se ha sabido que las cabezas, tras su instrucción, cambian: no sólo porque saben más tras aprender mucho; también porque se modifican, a la par, los intereses, las sensibilidades, las habilidades intelectuales, las emociones, etc. Del mismo modo, abandonar hábitos, adquirirlos, cambiar de costumbres, rutinas, horarios, actividad, etc, modifican nuestras reacciones, capacidades, pensamientos,… La verdadera «carga de profundidad» (insisto en la posible involuntariedad) la deposita Punset al hacer «diferente» la estructura cerebral de «alguien que ha crecido con los videojuegos» a la de «alguien que no lo ha hecho». Por si acaso… remata: es también «distinta». «Diferente» y «distinta».
¡Ya la hemos jodido! con perdón. Vuelve la discriminación. Naturalmente que esas estructuras son distintas. Presumiblente todas lo son. Pero no es eso lo que le importa al contexto del enredo. Lo que importa es precipitar en los humores orgánicos de los afectados -profesores, alumnos, ¡padres!- el mantra de que la estructura cerebral (por referirse a algo con buen «caché» social, aunque de la tal no conozcan un ápice) de alguien que ha crecido con los videojuegos no es que sea diferente-distinta, oiga, es que es MEJOR-SUPERIOR que la del que no lo ha hecho. La discriminación digital avanza imbatible: si antes el nativo, indefinidamente contemplado, era el «superior» -porque sí-, ahora sabemos que (el nativo digital que ha crecido con los videojuegos) lo es más aún al ser su estructura cerebral diferente-distinta-mejor-superior, -porque decimos que lo dice la ciencia aunque digamos que la ciencia no dice mucho por el momento-. Lo dicho: otra vuelta de tuerca en el empeño discriminatorio: las criaturas, prestigiadas y el padre de Juanito al borde del sajamiento venoso por vergüenza inducida e impotencia.
Y, en su consecuencia: si «los que han crecido con los videojuegos» tienen una estructura cerebral diferente-distinta-mejor-superior que «los que no lo han hecho», ¿no van a tener una «mejor visión periférica» al tiempo que «una mayor concentración visual»? (lo cual, a más de ser una contradicción en sus términos resulta un imposible físico); ¿no van a tener una capacidad disgregadora de la atención que les permite «ejecutar con éxito varias cosas a la vez» sin merma de la perfección de su ejecución? …… ¡Faltaría más! Vamos, no pierdan ustedes ni un segundo de su tiempo en dudarlo.
Personalmente, me prestaría a la benevolencia con estos «fallacies manufacturers»; llegaría hasta «look the other way» si mostraran parejo entusiasmo, respetuosa admiración por el legado que la historia del hombre nos ha entregado: sus logros, la pretérita perfección alcanzada en todos los saberes, artes y empleos. Si, en definitiva, atisbara una brizna del «hombre viejo» en el «hombre nuevo» que están fabricando estos autistas históricos. Y si encima lo fabrican para formar a nuestros hijos, nuestros nietos…. ¿cómo no sentir por ellos el menor de los aprecios?
José Luis
PD. A sexar pollos ponía yo a los predicadores de las destrezas dáctiles adquiridas mediante botoneo cibernético ¡a ver cómo andaban de sensibilidad fina y agudeza visual!
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Como tengo tiempo hasta para perderlo, me ha venido la ocurrencia de dar un paseo mañanero por páginas web dedicadas a la cosa de los videojuegos y la neuroplasticidad. He vuelto a casa triste, fatigado. La mañana, de hecho, estaba soleada cuando he salido a la calle -bien es verdad que vivo en una fantástica urbanización del extrarradio- pero conforme entraba en las librerías del centro histórico de la ciudad -¡qué manía esta de ubicarlas siempre en los sitios más incómodos de acceder!- la contaminación se ha ido haciendo molesta, el aire irrespirable, desordenados los anaqueles, mal encuadernados los volúmenes,….. Mejor vuelvo ya a mi confortable mansión, he pensado. Y aquí me hallo, dispuesto a darles cuenta de mis pesquisas. Bien es verdad, debo advertirlo, que mi lectura se ha limitado al ojeo de portadas, solapas, contraportadas, algunos índices y, como mucho , la lectura atenta de alguna sinopsis. Pues bien: he dado con un texto que bien podría expresar el denominador común del estado de la cosa. Es este:
«… los ambientes estimulantes enriquecidos y que constantemente demandan nuestras funciones cognitivas producirán una mejora en el rendimiento cognitivo general. Es decir, darán lugar a personas con mejor memoria, con una capacidad de tolerar la frustración mayor, con capacidad de atender una o más cosas a la vez con menos sensación de cansancio, más capaces de planificarse, organizarse, de invertir su tiempo eficazmente, de alcanzar mayor fluidez en su lenguaje o entender mejor a las otras personas». «… actualmente existe una corriente científica que nos advierte de los beneficios de incluir el juego con videojuegos y los recursos tecnológicos como herramientas de aprendizaje durante el desarrollo del niño. El cerebro infantil tiene una capacidad mucho mayor de plasticidad que el cerebro adulto, es un cerebro que está madurando y madurará en función de lo que su entorno le ofrezca.
Los niños son especialmente sensibles a la estimulación cognitiva y esta le ayudará a formar lo que será su cerebro adulto y por lo tanto sus habilidades futuras, lo que nos puede hacer pensar que es una buena edad para enriquecer sus capacidades con la ayuda que la tecnología nos ofrece hoy día, por ejemplo a través de los videojuegos. Quizá, iniciarse a los 5 años de edad con los videojuegos sea una edad perfecta para ayudar al niño a adquirir buenas capacidades atencionales, memoria, razonamiento, obtención de metas, planificación… Además, el joven aprenderá a relacionarse con estos dispositivos de una forma natural y, más adelante, cuando se siente ante cualquier aparato tecnológico su disposición será de manejarlo sin dificultad en vez de tener que aprender cómo utilizarlo».
¿A que hace falta ayuda divina para soportar, para enfrentarse a esta tropa? Porque tal tropa no la forma un escuadrón, una compañía, ni siquiera un batallón. La forma divisiones, legiones enteras batallando en todo continente; son las legiones del orbe mundial en el que nos tocado vivir. Comencemos a construir nuestras personales hondas, acopiemos munición y salgamos al encuentro del nuevo Goliat. ¡Tal vez volvamos a ganar la contienda!
PD. Piensen de qué armas dispone el enemigo e imaginen cuáles debieran ser las nuestras.
José Luis.
http://www.elartedepresentar.com/2013/06/la-multitarea-no-existe-no-puedes-leer-y-escuchar-a-la-vez-durante-una-presentacion/
A ver, Punset, Prensky y legiones de acólitos que seguís engañados y engañando. Sobre todo, vean todos: excelsos nativos, mitómanos inmigrantes: lo de arriba se lo dicen profesionales de la cosa: «LA MULTITAREA ES UN MITO»….. y encima explican por qué lo es.
Muy recomendable entrad en su página.
José Luis
Magníficos comentarios que dejan la entrada vista para sentencia. Pasen y vean, señores. Si alguien se anima, pueden entrar en el debate, pero se lo advierto: José Luis ha entrado diseccionador y nos proporciona materiales de ampliación.
Gracias, amigo.