Esta mañana, en el patio de recreo, mientras los alumnos alternaban el dar patadas al balón con dar mordiscos a su bocadillo, comentaba yo con mi compañera de patio el absoluto analfabetismo gráfico y textual de las últimas generaciones desde los 80 para acá: no han leído tebeos. Su niñez está completamente desierta de Carpanta, Zipi-Zape, Rompetechos, Mortadelo, Astérix, Anacleto, Tintin, Lucky Luke, Blueberry, Spirou, Fantasio y el Marsupilami, Iznogud…y de toda ese universo de personajes que han sido, son y pueden ser en tantos casos antesala de la lectura: la compra del tebeo nuevo, el olor del papel, la reserva golosa del tiempo para leerlo, el sumergirse en la historieta, el fijar la vista en el paso de las páginas… todo entrena en el cómic, para el disfrute del placer diferido de la lectura y su reafirmación frente a la hegemonía de la imagen y las pantallas.
Por eso me he acordado hoy de Juan López Fernández, Jan , que en 1973 creó el gamberro y a la vez tierno Superlópez, parodia de Superman con la que alcanzó su mayor éxito, con títulos como «El Supergrupo» (1980), «¡Todos contra uno, uno contra todos!» (1981), «Los Alienígenas» (1981), «El señor de los chupetes» (1981), «Los cabecicubos» (1983) o «La caja de pandora» (1981). Yo los he saboreado todos. Y ese entrenamiento de la mirada es uno de los regalos que, como padre, pude hacer a mis hijos. Eso que se llevan por delante.
Hoy viene a cuento también Jan, porque acaba de publicar el primer volumen de su nuevo personaje, Cederróm, muy acorde con el medioambiente simbólico digital, supersónico y futurista que se supone vivimos. También acorde con los tiempos, sale a la venta a la vez en papel y en formato digital. Yo, por supuesto, a pesar del Ipad, continúo reivindicando el papel.
En todo caso, gracias, Jan.
Más información en koomic.com.
Lo podéis comprar en papel en cualquier librería y digital en cachislamar.com
Genial esta noticia. Yo, que me crié con tebeos y, efectivamente, me he dado cuenta de que los Asterix de toda la vida ya no son nada para mis alumnos de Historia (y mira que están fenomenalmente ambientados)…
Siempre disfrutas mas con el papel: lo tocas, lo doblas, lo cuidas, lo estropeas, se gasta, lo escondes, lo prestas lo posees, te trae recuerdos cuando lo ves… en fin, formas parte de ese cómic. La pantalla te posee a ti. Tu solo miras. Como mucho usas unos dedos.
Una de las dificultades de enseñar -que no es sino una forma amplia y profunda de comunicación- es carecer de referencias comunes. Continuamente me veo obligado en clase a rectificar referentes que creo universales al darme cuenta de que en absoluto lo son: ellos ya no los tienen. Pero si desde los 80 no han accedido al tebeo -me gusta más que «el comic»-, desde los 90 han dejado de ver las películas que generación tras generación han sido el acceso a lo narrativo para muchos de nosotros. ¿Qué han hecho entonces en su infancia y qué hacen en su adolescencia? Lo ignoro, Negre. Ellos tampoco lo saben cuando se lo pregunto.
Precioso comentario, Amanda. Tocar, palpar, prestar, cambiar, envejecer… frente al cristal que nunca cambia y que te hipnotiza.
Imperdonable que hayas subsumido en puntos suspensivos nada menos que a la entrañable Familia Ulises….. Hoy sería una referencia para nuestros niños y jóvenes de lo que era una familia común no hace tanto tiempo.