Con este gazapo vivido en primera persona, le devuelvo a Negrevernis el que le robé, Puede incluirlo en su antología.
Aula de 3º de ESO con el sol tibio de una mañana invernal, pero luminosa entrando por las ventanas. En la pizarra –todavía no digital sino en el encerado de color verde- un alumno voluntario explica a sus compañeros, que Mahoma pertenecía a una familia con posibles que seguramente se dedicaba al comercio y que viajaría a menudo con su caravana, a través de los desiertos arábigos.

Una compañera levanta la mano interrumpiéndole para preguntar: «¿Pero en aquellos tiempos ya viajaban en caravana?».

Su compañero no entiende la pregunta. El profesor también tarda unos segundos en dejar que penetre en su cerebro. «¿Caravana…?» Mira al alumno voluntario  que todavía no comprende el alcance de la pregunta. Mira a la interrogadora intentando descubrir cualquier rastro de sorna en la pregunta. Mira luego al resto del grupo y no advierte en sus caras los signos de burla o escándalo que habitualmente saludan este tipo de ocurrencia.

Lo grave de este gazapo  no es la polisemia que permite confundir una fila de camellos con un vehículo acondicionado para vivir en él, sino el vacío contextual, la absoluta falta de referencias culturales que rodean el situar un remolque habitable con ruedas y aire acondicionado en el desierto de la Arabia del siglo VII después de Cristo.

¿A dónde han ido los diez años de escolarización previa? No lo sé.

Pero sí sé que no hay lecturas, no hay conversaciones, no hay revistas, ni siquiera hay películas de cine… sólo hay Hotmail, Youtube, Tuenti, Facebook, IPod, IPhone, series de televisión y toda la información virgen de la Red a su disposición de nativa digital de 15 años.

Es decir, ¿no hay nada?