Imagen, pura forma, tecnología, efectos, visiones, sensaciones, experiencia epidérmica, impacto, espectáculo.

Inversión/rentabilidad, millones de presupuesto, millones de espectadores, millones de beneficios, la más cara de la historia, la más vista, la que más recauda, negocio, industria, producto de consumo. Fenómeno mediático.

Cómic, evasión, 3D, parque temático, película de pabellón expo. Entretenimiento, Diversión.

Si el asiento se mueve prolongará la ilusión de nuestros sentidos. Cuando la tecnología permita que vivamos la experiencia del holograma, será todavía mucho más divertido.

Pero ¿guión, diálogos, personajes, interpretación, miradas, sintaxis, montaje, valores, sugerencia, emoción, fondo, narración, ritmo, historia, lenguaje, humanidad…? Es decir ¿Cine?

Avatar es una fantasía tecnológicamente impecable para llenar el ojo, un estupendo pasatiempo. Nada menos. Pero tampoco nada más. No es una crítica, es una clasificación. Al pan, pan y al vino, vino. Vayan a verla: se lo pasarán bien. Pero no irán al cine.

En la película de Cameron, el protagonista renuncia a su humanidad para ser la ilusión que vive mientras sueña. En la oscuridad de la sala de cine todos morimos un poco para ser lo que no somos. Pero el cine, el de verdad, no es pura diversión evanescente, sino que, al encenderse las luces, nos devuelve más vivos y más humanos a una realidad mejor porque nos ha hecho mejores a nosotros.

Contemplen las imágenes, no las consuman o serán consumidos por ellas.